
Introducción de Ahia Njoku
Ahia Njoku aún no existía. Eran tiempos muy antiguos cuando una desgracia asoló a los hombres. Las mujeres protegían a los niños y por fuera unos y dentro otros, todos lloraban. Las plantas estaban marchitando y los animales muriendo. La hambruna no perdonaba nada, ni a nadie, en el País Igbo.
La gente estaba sumida en la desesperación. Ya lo estaba, pero el rey, el Eze Nri era presionado por sus súbditos, como si todas las atmósferas cabalgaran sobre él suplicándole, exigiéndole una solución.
Eze Nri, el rey, deambulaba despierto noche tras noche en busca de la solución a la hambruna. Llamó a sus amigos, a sus enemigos, a sus consejeros; el amor de unos, el temor de otros y la falta de respuestas de quienes debían darla, no le sirvieron.
Pensó en su deber y qué podía ofrecer a Infortunio para que acudiera en su ayuda. Y entonces decidió entregar aquello que tenía y más valía, aunque menos que sus súbditos, sus hijos. Y así lo hizo.
Después de matarlos, con un propósito, seccionó en pequeños trozos sus cuerpecitos depositando cada trozo en huecos consecutivos echando un somero puñado de aquella pulverulenta tierra sobre ellos, y sí, lloró, entonces lloró sobre sus hijos y lo hizo desconsoladamente, temeroso de que no solo perdiera a sus hijos, sino también a su amado pueblo.
Eze
Pero oh! Tras días y días de acudir, ya últimamente secos sus ojos y anegada en dolor su alma, emergieron, alrededor de los montecitos donde había depositado cada trozo de su alma junto el del cuerpo de sus hijos, multitud de pimpantes pimpollos, que se desarrollaban lo que se podía decir, vertiginosamente, bien porque así era, o porque el ánimo así lo percibía ya. Cuando Eze los cosechó, encontró ñames y taros.
La hambruna había terminado y todo el reino celebró tener semejante rey y que hubiera conseguido semejante cosecha. Desde entonces se venera al Nze y sus hijos, a Ahijoku porque de su sacrificio brotó el ñame y a Ada, su hermana e hija del Nze, porque de ella lo hizo el taro*10”.
*10 Nota: Ellos al ñame le llaman yam y al taro cocoyam son las dos plantas, tubérculos, con tallos subterráneos comestibles, básicos en la alimentación de África Occidental.


Alusis de lo conocido como estilo tradicional. | Foto drch en Nri Awka por G.I. Jones 1938 |
La mitología igbo
En la mitología igbo, se suele asumir a ambos hermanos en una sola nominación, venerando a Ahia Njoku como diosa reproductora del ñame. Es difícil encontrar un granero, donde la efigie de Njoku no esté presente en un pequeño santuario.
El hecho de que un espíritu o deidad, depende la época, un Alusi en definitiva, no tengan género o se idealicen como dos personajes, hombre y mujer es recurrente y por eso se le visualiza y reparten roles donde en santuarios u Oba Ji o en las celebraciones tanto se solacen mujeres como hombres.
Ahia Njoku es para los igbo la deidad guardiana del ñame. En ciertas partes del país todavía hay rituales anuales en honor a Ifejioku como también se llama a la deidad del ñame, a los niños que se dedicaban al servicio de la deidad les llamaban Njoku. Se esperaba que aprendieran a cultivarlo, y se hicieran tan hábiles como prósperos agricultores, lo que les haría nobles.
En época precolonial
El Emeume iri ji Ohuru o ‘Nuevo Festival del ñame’ era la fiesta a AhiaNjoku que celebraba la recolección de la primera cosecha y en la que se comía el nuevo ñame reciente y fresco. Los sacrificios de la fiesta de AhiaNjoku incluían el de un ave, con cuya sangre se rociaba el árbol Uha, o el Abosi, Ogiri Isi u Okoroko que señalaba la ubicación del santuario de la deidad de AhiaNjoku en el granero. El Festival de Ahia Njoku también se llamaba Mgbajiri onye Aka Oku y lo utilizaban aquellos productores de ñame exitosos, para festejar, entretener y recompensar a quienes les ayudaron durante la temporada de siembra.
El título de Ezeji era una marca de gran distinción entre las comunidades pre coloniales de Mbaise. Se otorgaba a aquellos miembros que lo desearan pero fueran merecedores de ello, por haber alcanzado un nivel que les distinguiera como consumados productores de ñame. El individuo debía tener no menos de cinco especies diferentes de tubérculos de ñame en su granero.
La Sociedad Otu Ezeji
El proceso de iniciación en la Sociedad Otu Ezeji se conoce como Ikwa Ji. Una vez admitido tras el cumplimiento de todas las condiciones necesarias, el agricultor se convertía en un Ezeji o Rey de los ñames. Hay dos formas de convertirse en Ezeji :
- 1. Por iniciación. Aprendiendo de niño como ayudante de un agricultor no familiar.
- 2. Por Isa Mbazu, que es el proceso a través del cual los Nde Ezeji admitidos por iniciación lo hacen después con sus propios hijos iniciándoles ellos en la Sociedad Ezeji. La Asociación Ezeji o Nde Nde Ezeji es el corpus o agrupación de los Nde Ezeji. En Nguru, las Asociaciones Ezeji se organizaron en Áreas de Mercado hasta la formación de la Asociación Ezeji Mbaise, que es la agrupación de todos los Nde Ezeji Mbaise. La Asociación Ezeji Mbaise no es solo un club de agricultores; de hecho, es un instituto dedicado a la excelencia y los logros agrícolas.
Njoku Ji
Njoku Ji era la persona que la deidad del ñame AhiaNjoku había elegido para servirle como su ministro. Njoku Ji era tanto un título como un nombre. El cargo de Njoku Ji lo normal era que fuera elegido al azar. Njoku Ji tenía derechos y privilegios especiales. El Njoku Ji, cuando moría, era enterrado de una manera especial para que su cabeza no tocara el suelo, y después de que la cabeza se desprendiera del cuerpo, se recogía y exhibía en el santuario de AhiaNjoku.
MmaJi era el título dado a la esposa de Njoku Ji. Solía ser hija de otro Njoku Ji. Se creía que cualquier Njoku Ji que se casaba con cualquier otra mujer, excepto MmaJi, encontraba en su vida multitud de dificultades.
Cuando un Njoku Ji se casaba con muchas esposas, al menos una de sus esposas debía ser una MmaJi. El papel de MmaJi era ayudar a su esposo, Njoku Ji, en el cultivo del ñame, las fiestas y aquellos otros asuntos que necesitaban de la ayuda de una bien amada esposa.
Los ministros o sacerdotes Njoku Ji realizaban ceremonias como la Ihu Ji na Ama, donde el sacerdote dirigía el consejo de ancianos del pueblo, con ñames asados en la plaza del pueblo.
El festival Ihu Ji na Ama se realizaba antes de la temporada de siembra del ñame, y de hecho, no se permitía plantar ñame antes de que se hubiera realizado esta ceremonia, con las advertencias o consecuencias de que si se plantaba el ñame antes, recaería sobre el infractor además de la reprobación moral una maldición de mala suerte sobre él y su hogar.
Seguiremos con Idemili que es el Alusi que pudo ser… ¡Dejad vuestros comentarios!
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