
Asentamientos de los igbo
Tradicionalmente los igbo buscaron para vivir arboledas despejadas cercanas a aguas de escorrentía, donde se habría instalado un patriarca en su compuesto cuyos hijos se habían casado independizándose en sus propios compuestos creando una Umunna*13 o linaje, formando pequeños núcleos o aldeas.
Esto daba pie a construir espacios abiertos donde reunirse, en los que situar el santuario a Ala, la Tierra, alguna otra deidad particular y el de los ancestros o Ndiichie a la sombra de algún árbol, quedando esa zona central al final como lugar para establecer el mercado. Las comunidades locales las componían sobre 50 individuos, llegando las grandes hasta los diez mil y teniendo estas hasta dos núcleos centrales con sus santuarios, plaza central de reuniones y mercados.

Arquitectura
Estos compuestos o granjas se componían de las chozas de un hombre, sus esposas, sus hijos y, a veces, parientes cercanos de linaje patrilineal. Con cabañas de paredes de barro sobre entramados de ramaje o cañizo, se separaban unos de otros mediante cercados de maleza o los huertos o jardines de las mujeres.
Las mujeres Igbo del norte esgrafiaban sus fachadas con elementos decorativos o dibujos del tipo Uli. Por lo general eran rectangulares aunque las había circulares, techadas con hojas de palma, recubrían las paredes con paja o cañizo utilizando barro batido para nivelar los suelos.
Las coesposas disponían de habitáculos propios con cocinas y almacenes. Los niños pequeños y las hijas solían quedarse con sus madres, mientras que los hombres vivían en casas separadas.
El incremento de la población y los nuevos materiales como el ladrillo y cemento han producido alejarse de lo peculiar de sus construcciones y singulares fachadas, dando paso a simplificadas hileras de casas con repetitivas formulas constructivas.
* 13 Nota: Umunna significo hijos del mismo padre o linaje, Umunne hijos de la misma madre.
Sucesión de los Igbo
El heredero, como en casi todas partes, era el hijo mayor. Y porqué, pues porque era el más fuerte y sobre todo con más vivencias y por tanto conocedor del proceder de todos, los de dentro, pero también los de fuera. Desde el primer momento en que heredaba debía hacerse cargo de la familia siendo responsable de su bienestar.
Si se diera el caso de ser menor de edad a la muerte de su padre, esa responsabilidad recaía sobre el tío paterno de más edad quien debía hacerse cargo de la familia. Existía el levirato donde la viuda pasaba a ser esposa del hermano menor del fallecido, correspondiendo a este administrar los bienes del hermano sin que a su nueva esposa e hijos les faltara nada.
En algunas localidades, las viudas podían pasar a ser esposas de los hijos de su marido fallecido, siempre que estos hijos fueran de otra esposa.
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