

Asantehene |
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Ser Asantehene es algo similar a ser primer ministro o mano derecha del rey de los Ashante de Ghana. Foto por Gustaf Retzius en 1910 para el Statens Etnografiska Museum |
Ya en 1732 John o Jean Barbot señaló, no sin asombro, cómo vestían los hombres de ‘clase alta’ en la Costa de Oro:
“Tan solo llevan un lienzo sujeto a la cintura; un tocado de fina piel de venado en la cabeza y un bastón en las manos; en el cuello un collar de coral. Con tal hábito, semejan más hombres pobres que lo que son, ricos, aunque no sé por qué razón, pero demuestran la altivez del hombre que ostenta alto cargo”.
Claro, primero estaban acostumbrados a pasear habitualmente con lo más cómodo, sin traje ni corbata, pero además el grado de humedad y calor obligaban a ir en bañador como turista en Málaga o Alicante.
No como él, esclavista francés afincado en Inglaterra y hugonote, o sea calvinista, estricta división del cristianismo. Pretendemos que quien lea esto se interese y averigüe por su cuenta, y aunque podemos presentar un largo trabajo exclusivo sobre el textil en África, veamos aquí algunos ejemplos, esperando alguno lo complete, o nos lo pida.
Bògòlanfini en el país Dogón
Malí hoy, es cinco veces España. Y antes dentro y en los territorios aledaños, se dieron varios imperios. Era zona de gran influencia. Entre otros pueblos y los más conocidos fuera de África están los Dogón y los Bamana, a los que los islamistas llamaron Bambara, nombre con el que ahora se reconocen hasta ellos, pero que en realidad significa, ‘no creyente’, pues opusieron inauditos esfuerzos.
Hay una controversia de quién originó el tejido más habitual y conocido si los Dogón o los Bamana y que todos conocen como Bògòlanfini, término que los grandes expertos, como el Dr. Pascal James Imperato, da a los paños antiguos, definiendo como Bogolán a los de las últimas décadas del siglo XX hacia acá.
Bamana y Dogón
Bamana y Dogón con los pueblos vecinos que se asientan en esa amplia región utilizaban sistemas similares, no idénticos pues no tienen los mismos recursos, para realizar sus textiles, ya con telares de doble lizo y suspendiendo las bobinas de un marco. Los hilos pasaban a través de unas púas o peine que los separan, formado por láminas yuxtapuestas de hojas de palma y sujetas por un bastidor de maderas, a través de las cuales pasaban los hilos de la urdimbre.
Asimismo. la lanzadera tenía forma de una pequeña barca, cuya ‘quilla’ o punta permitía pasarla con más facilidad, y en la que iba inserta, posibilitada de girar, la bobina del hilo de la trama. Se tejían largas bandas de tela que después se cosían a otras. La mayoría de los tejidos se impregnaban después con pigmentos naturales realizando los detalles con cálamos, cañas afiladas, tampones o pellizcos de ramas o hierba seca.

Peine |
Génévieuve Calame Griaule
Génévieuve Calame Griaule, hija de Marcel Griaule el célebre antropólogo francés, en ‘La Palabra de los Dogón’ nos dice:
“El peine evoca los dientes y la lengua, que va y viene sin cesar en la boca; la lanzadera y la polea de donde proceden los chirridos característicos del telar corresponden a la garganta y, más concretamente, al lugar de la laringe donde se forman los sonidos; las lizas del telar están representadas por la campanilla que sube y baja al hablar; ese sonido, esas palabras son el hijo que el tejedor transforma en tejido”.
La palabra es sagrada para estos pueblos, es la expresión del pensamiento y tiene que ser meditada y comedida. Para los Dogón el telar es reflejo a su vez del pensamiento y el sonido que produce la fricción entre la polea y la lanzadera es una metáfora de la palabra primordial, y las varias partes de que consta el telar semejan el sistema organizativo del universo, situando por ello la polea como eje y punto central del horizonte del tejedor, frente a él. Para los Dogón, tejer, hablar, cantar y procrear es lo mismo: Dar vida.
Casi todos los telares están decorados con alegorías similares a sus máscaras o figuras alcanzando alguno categoría de obra de arte.
La espectrometría de masas data tintes en textiles de la zona en el s. XII, mientras que los patrones que más se ven representan sucesos históricos ocurridos entre el XVIII y XIX. En las cuevas que los Tellen ocuparon en el Bandiangara se han encontrado signos que hablan de una industria algodonera ya en el siglo XI.
Bogolán |
Cómo realizar un Bògòlanfini
Realizar un Bògòlanfini requería entre 2 y 3 semanas, pues todo él es manual. El tejido antiguamente era de algodón hilado y urdido en tiras de entre 12 a 15 cms, llegando ahora hasta 2o de ancho por entre 90 a 140 cms de largo y quellamaban Finimougou; el ancho resultaba de sumar entre 7 a 9 tiras siguiendo la tradición, sirviendo estas, descosidas a la muerte del portador, como distintivo de una parte de la herencia del fallecido. La técnica usada porlos Dogón la comparten con antiguos parientes de otros pueblos asimilados como los Kurumba y Nyonyonse en Malí y Burkina Faso.
El hombre teje pero es la mujer tradicionalmente, quien pinta y decora la tela. Antiguamente, el tejido final, blanco como lo es el algodón, se sumergía en agua hirviendo, lo que hacía que se encogiera y tupiera. Una vez seco, el paño se empapaba en una solución a la que se había añadido látex, liquido viscoso que exuda la planta al sangrarla que no es solo la savia, de dos árboles autóctonos de la zona como el M’peku al que se hacía una incisión en la base del tronco, y una vez retiradas las hojas y el peciolo de la parte aérea de otro árbol, el Wolo, consiguiendo una mezcla líquida que servía para que los colores se fijasen.
Elaboración del tinte
Esta solución daba un tono crema u ocre tenue que permitía absorber el tinte extraído del barro. Barro que es limo en realidad que sacaban de las aguas estancadas de las orillas del Niger que arrastra grandes sedimentos de hematita, tierra ferruginosa que aglutina dicho limo, y que había fermentado.
Empapado el tejido en dicho viscoso y negruzco líquido el tiempo y veces necesarias hasta que adquiriera el tono deseado, se dejaba secar para lavarlo luego y levantar posibles costrones de barro.
Una vez conforme con los tonos y limpio, se sumergía otra vez en latex como el anterior, limpio, para fijarlo con más consistencia. Si se pretendía aclarar alguna zona, se aplicaba alguna sustancia cáustica o amoníaco salido de orina humana o animal.
Los colores tradicionales del Bògòlanfini
Originalmente, aunque tras hervirlo el crema era el color natural del paño antes de teñirlo, los colores tradicionales del Bògòlanfini eran motivos blancos sobre fondo negro, sirviendo de documentos narrativos de sucesos históricos.
Los muy afamados Dozo, la sociedad de cazadores, utilizaba en su indumentaria un tono rojizo sacado del oxido de hierro, prácticamente igual que la inmensa mayoría del terreno de la región, por lo que resultaba un extraordinario camuflaje que además representa el color de la sangre y por tanto de una buena cacería.
Estos Dozo, cazadores pero la más importante fuerza armada y por tanto los guerreros si así se les necesita, creen que los patrones y múltiples adminículos que colocan en sus casacas, están impregnados de Nyama la fuerza vital, la energía, el poder, que les guía ilumina y protege.
Las mujeres y sobre todo las niñas en los eventos comunales y ceremonias utilizaban el tejido blanco.
Bògòlanfini de principios del s. XX | Herencias Finimougou convertidas en fajas o echarpe |
Tonos actuales en los textiles
Hoy en día y desde hace tiempo, se utilizan tonos más coloridos como los rojos, púrpuras o naranjas que al no ser tradicionales, no ve con buenos ojos la gente mayor o más tradicionalista.
Y aunque los diseños más típicos aún son los que representan hechos históricos o recuerdan a los héroes que los realizaron,
hace tiempo ya que se busca que engalane, que se luzca cada persona, pero aún siendo patrones abstractos, son simbólicos, no se olvidan de mostrar el clan, la familia o su pueblo, el agua o su cercanía, a quien es madre, a la que quiere serlo, a la jóven que busca marido, u otras motivaciones.
No hay una sola interpretación para el patrón que adorna el ‘paño de barro’.
Pero esto puede llegar a confundir hasta a los del pueblo vecino, pues aunque narraciones, no dejan de ser personales, los símbolos pueden significar distinta cosa en cada región, cada grupo étnico y cada zona donde se creó el textil.
La posición de estos diseños también tiene su importancia, las mujeres los llevan horizontalmente por lo general, pues se lo envuelven alrededor de su cuerpo.
Bogolán de Los Nyoyonsé y Gurunsi
Los Nyoyonsé y algunos otros pueblos Gurunsi, como algunos Lobi y Tiebelé, realizan unos Bogolán de color negro ribeteados o perfilados de blanco, imitando las esgrafías de las fachadas de sus casas, aunque al carecer de plantaciones propias de algodón les resulta dificultoso realizarlos.
Antes hablabamos de las fichas de dominó, precisamente así se fue distribuyendo por casi todo el entorno, encontrándose en Senegal y Gambia, Mauritania, Malí, Burkina y Niger.
Siguiendo el mismo sistema pero variando los patrones y al este y sur los colores pues no disponen de arcillas férricas o hemáticas ni tampoco los mismos árboles aunque sí otros que les aportan similares propiedades.

ata colección |
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Aka Bògòlanfini |
El Aka Bògòlanfini
El Aka Bògòlanfini de los Bamana resulta indistinguible a simple vista del de los Dogón, y a veces la mejor manera es saber quién lo usa, si estos o los Bamana, Bozo y Sarakolè entre otros. El Bògòlanfini Bamana es un tejido tradicional de algodón hecho a mano y teñido de parecida manera a lo que hemos visto, con barro fermentado. De hecho, la palabra Bògòlanfini deriva de tres palabras en lengua Bamana: Bògò cuyo significado es tierra, barro; lan en; y fini o tela. De ahí barro en tela o tela embarrada.
En este caso la tela se empapaba en un líquido marrón llamado N’gallama. Este sale de la maceración de las hojas del árbol N’gallama y que da a la tela un curioso tono amarillo, aunque no siempre aparece pero que es imprescindible para el resultado final.
El tanino extraído de estas hojas actúa como previo fijador pues al ser un coagulador de alcaloides actúa cuando empapa el nuevo tinte, mezclándose con el hierro sulfatado presente en el barro, dando como resultando ‘tanato férrico’ sustancia que da un tono negro azulado a la fibra, que puede irse aclarando con sucesivos lavados.
Una vez seco, los patrones se dibujan sobre la tela y el espacio negativo se cubre con limo fermentado hasta que adquiere un tono grisáceo con iridiscencias azuladas que de nuevo hay que ir retirando, repitiéndolo las veces necesarias hasta conseguir el tono deseado.
Cultura tradicional maliense
El diseñador puede impregnar por partes o todo, con las capas de barro que considere hasta conseguir la profundidad y tono que desea. Si ha dejado partes en el amarillo previo, puede utilizar algún tipo de sosa, amoniaco o una solución de cal amalgamada con látex para blanquear o perfilar.
En la cultura tradicional maliense, se cree que estos tejidos tienen el poder de anular las fuerzas del mal, protegiendo a quienes los visten. Ya hemos hablado de los cazadores, que aunque pertenezcan a distintos pueblos se agrupan en su gremio y a los que sirve como protección ritual, camuflaje y distintivo.
Además, la mayoría de las mujeres malienses suelen cubrirse con este paño tradicional inmediatamente después de un parto, tras su ritual de paso a la edad adulta, o tras su escisión genital, pues creen que es la mejor protección posible.
Los patrones en los Bògòlanfini tienen enorme importancia cultural y ser tan diversos como lo es la vida, pueden hacer referencia a acontecimientos históricos, mitológicos como los cocodrilos, antiguas batallas contra otros pueblos africanos o contra los franceses, o recordar proverbios.
Desde la década de 1980, y promovido por el gobierno el Bògòlanfini se ha convertido oficialmente en el símbolo nacional de Malí.
El centro o la fuente de la tela de la más alta calidad, se encuentra en la ciudad de San, que está situada en la región de Segou, Malí.
1957 sastre en Malí | 1969 costurera en Gabón |
Los antiguos Bògòlanfini
Isaac Merritt Singer patenta una máquina de coser en 1851, en la primera década del siglo XX aparece en África. Los Bògòlanfini realmente antiguos, no presentan remallados, ver el interior de la pernera de un vaquero, aunque sí precisión en las puntadas, bien por la delicadeza de las costureras al unir las tiras, o ya posteriormente por emplear estas máquinas.
No se pueden lavar en lavadora ni restregar, pues se cuartearía la pintura e iría desprendiéndose, cualquier producto abrasivo o derivado del clorhídrico como la legía dejaría blanco el trozo afectado.
Al contrario que otros tejidos que veremos más adelante, tanto el blanco como el negro se aplicaban al final perfilando los ocres y no se podía dejar el algodón sin pintar pues para igualar y corregir los lógicos corrimientos ocres, no tenían otra manera.
El proceso de tintado
Tradicionalmente, hemos visto que son los hombres, en este caso los Bamana los que tenían la tarea de tejer la tela, mientras que el proceso de tintado quedaba en mano de las mujeres; consideraban que en este paso el tejido muere para renacer como objeto sacralizado.
Esta tradición que se trasmitía de madres a hijas, necesitaba de un largo proceso de aprendizaje. Las jóvenes debían aprender y entender el lenguaje visual que a menudo se representaba a través de motivos abstractos basados en objetos cotidianos.
Dependiendo de las combinaciones, se pueden expresar canciones, proverbios, acontecimientos históricos o incluso un mensaje específico o sigiloso. Gracias a estos mensajes únicos, y al hecho de que se hacía a mano, no había dos Bògòlanfini iguales.
Los diseños de los Bògòlanfini
La sección de los diseños era igual de importante. El paño se dividía en distintos campos diseñados horizontalmente. Según Arnoldi 2000:
“La tela tendría una parte superior e inferior identificable y se dividiría en cinco campos diferentes. El campo central sería el más grande y complejo. La estación seca, que va de Octubre a Mayo, comprendía los meses óptimos para fabricar las telas. Con las actividades agrícolas paralizadas por las bajas precipitaciones, dejaba aún más tiempo para dedicarlo a trabajos cerámicos y la producción de telas.
Más recientemente, los jóvenes han tomado la pintura sobre tela para realizar productos destinados al mercado turístico, aunque sigue siendo el Bògòlanfini un elemento importante de la vida, a menudo incorporado en hitos y acontecimientos sagrados.
Por ejemplo, siendo fundamentalen eventos como el matrimonio, el nacimiento, la muerte y la circuncisión. También fue un reflejo del estatus social, a menudo revelando el carácter y la ocupación de los usuarios. Por ejemplo, los cazadores Bamana usaban barro rojo en su Bògòlanfini como camuflaje. También fue aderezado con símbolos de cuero y amuletos para la buena suerte”.
A Ata colección B |
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Bògòlanfini antiguos, inicios del s. XX, con procesos de tintado distintos |
Ejemplos de Bògòlanfini antiguos
Aquí tenemos dos ejemplos de Bògòlanfini antiguos, inicios del s. XX, con procesos de tintado distintos. A los dos hemos hecho fotos donde se puede ver que sus bandas no están remalladas sino muy delicadamente cosidas a mano.
En el a vemos con claridad en el envés que ha sido sumergido en la mezcla de M’peku y Wolo que le ha dado al algodón un tono ocre que permite ver sus patrones, pero el tinte negro de su haz casi no ha traspasado el tejido, ha sido trabajado exclusivamente por la cara vista, la que interesaba, y que se ha decolorado con un astringente la tela para conseguir el blanco; tanto el negro como el blanco siguen siendo casi puros a pesar de los años. Claramente podemos diferenciar ambas caras.
Por otra parte, en el b por el contrario se han utilizado otros sistemas. Vemos el envés absolutamente teñido de negro, posiblemente para ello se ha utilizado el N’gallama, imprescindible para una buena adhesión del tinte, tras ellola tela se ha sumergido en una tina adquiriendo todo el tejido ese característico tono negro algo más difuso, mucho menos denso que el anterior. Y en este caso el blanco está pintado, no decolorado. Tal vez eso indique que el a es Dogón y el bBamana, pero eso no se puede afirmar.
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