
Los dogón poseen cuatro cultos principales:
- – El culto Wagem, relacionado con los ancestros encabezado por el Ginna bana.–
- El culto Binu, armoniza al humano con lo sobrenatural, dirigido por el Binukedine.
- – El culto Lebé, asociado al cíclo agrícola encabezado por el Hogón.
- – El culto Awa o Jeme la Sociedad de Máscaras, encabezado por el Olubaru.
Culto Wagem Binu Lebé y Awa
Estos cuatro cultos se encuentran integrados en un solo sistema religioso. Los cuatro líderes de los cultos son asimilados a los cuatro hermanos sobrenaturales, y a su vez, a las cuatro direcciones de la cosmogonía dogón.
En este sistema religioso hay bien definidas dos fuerzas, la impura, con el Ginna bana y el Olubaru por un lado, por tanto ambos impuros; y la pura, con el Hogón y el Binukedine por el otro, ambos puros.
Esta oposición puede que se vea enraizada en la mitología, pero sobre todo encarna la forma de ver el mundo por los dogón.
El bosque, el monte, la maleza, la tierra no arable, son percibidos como desordenados e impuros, morada de fuerzas sobrenaturales; mientras que las villas, campos y tierras cultivadas son consideradas ordenadas y puras.
El Hogón lider del culto Lebé
El Hogón, líder del culto Lebé y de los hombres puros cultiva un campo sagrado y puro; el monte, la maleza es el dominio de yurugu el ‘zorro pálido’, el Chacal dorado primer hijo de Amma, símbolo del desorden del mundo y principio del mal.
En estas cuatro instituciones se estructura la sociedad dogón:
- – Amma Seru, o ‘testigo de Amma’; se manifiesta en el culto Wagem, es la familia, el principal de entre todos los cultos y basado en un sistema de parentesco patrilineal, está representada por el patriarca y tiene en la Ginna su símbolo.
- Binu Seru, el ‘testigo del Binu’, constituye una segunda institución de gran importancia. Es el culto que refuerza la alianza entre los muertos y los vivos, pero también entre los hombres y el mundo sobrenatural.
El culto Lebé
– Lebé Seru, o ‘testigo de Lebé’, quien murió y renació bajo la forma de una serpiente, perdura, a su vez, a través de los ritos agrarios que periódicamente celebra el hogón, máxima autoridad religiosa de los dogón, que rememora el hecho de que ancestralmente los humanos, no morían, sino que se introducían en la tierra tomando forma de serpientes.
Pero, una vez, una de estas serpientes encontró a unos hombres vivos y les habló en la lengua de las serpientes: esta revelación fue fatídica, pues supuso el principio de la muerte para los hombres.
– Awa, la Sociedad de las Máscaras, honra a Dyongo Seru, ‘testigo de los dones’ y primer ser humano en morir tras incumplir la norma sagrada. Esta institución, integrada por varones, es la más emblemática de cuantas existen pues en ella recae la organización del Sigi:
la importante ceremonia en que se venera la memoria de Dyongo Seru, así como la renovación generacional de la sociedad y que se celebra cada sesenta años.
Dirige los ritos públicos que permiten la transferencia de las almas de los difuntos al más allá. Los mitos y este en particular, refuerzan la creencia y organización social de los dogón marcando las actividades cotidianas del mismo modo que se rememoran en el mito, así, cultivar, tejer o fundir hierro están programados bajo esas premisas.
Casas familiares Ginna
También lo están en las diez hileras de ocho nichos que se ven en la fachada de las ginna, casas familiares, que representan a los ocho ancestros y su descendencia, a la vez que recuerdan a los muertos simbolizando sus mantas.
Lo vemos también en los personajes que a menudo muestran las cerraduras de casas y graneros referencias por ejemplo, de los ancestros primordiales del mito.
Pero a diferencia de los otros cultos Awa o Jeme, no tiene edificios específicos donde practicar su culto. Las máscaras representan el monte y sus misterios y es por lo que sus ritos y sacrificios se llevan a cabo fuera del pueblo junto a una cueva natural.
El culto Wagem y el santuario o Ginna
Recapitulemos:
El culto Wagem tiene asociado el santuario o Ginna: La casa del fundador del pueblo es el centro de la gran familia patrilineal. Ostenta la jefatura el sucesor directo del fundador del clan, que tenga más rango por su cercanía al linaje original. Él es el Ginna Banga, la cabeza de la gran familia.
En caso de que un pueblo está formado por varios barrios, cada barrio tiene su propio Ginna.
Este es un edificio de dos pisos: En el que el Ginna Banga vive en la planta baja, la otra planta sirve a modo de granero de la gran familia y en la terraza se encuentra el altar a los antepasados, el Wagem; este altar consiste en un conjunto de recipientes o cuencos.
Cada recipiente representa un antepasado. El fundador, sus sucesores y los demás hombres de la aldea tienen su propio recipiente. Sirve como un receptáculo para sus almas.
Propósito del culto Wagem
El propósito del culto Wagem es para que los hombres permanezcan en contacto y mantengan un diálogo con sus antepasados.
En diferentes ocasiones los familiares harán sacrificios en el altar. El Ginna Banga está a cargo del culto. Tiene asociado el ritual Gorou: Una vez al año entre diciembre y enero, cada Ginna conmemora a todos los antepasados de la gran familia.
Mientras los sacrificios se están realizando, las almas de los antepasados vienen y beben de sus cuencos. También es en esta ocasión que los hombres a cargo del Ginna deciden si ha llegado el momento de iniciar los preparativos para un nuevo Dama, por ejemplo, el ritual que permite a los recién fallecidos, alcanzar la condición de antepasado.
En caso de que quieran seguir adelante con un nuevo Dama, le preguntarán al Hogon para obtener el permiso de todos los demás Ginna del pueblo.
Si se niegan, una nueva solicitud se puede formular un año más tarde, en el próximo Gorou.
El festival de Dama es muy costoso por los preparativos a base de acopiar los productos agrícolas necesarios para la preparación de cerveza y comida para la multitud. Esta es la razón principal por la que el ritual Dama, se suele posponer tan a menudo.
El ritual Gorou
El ritual Gorou no sólo se limita a la Ginna. Cada familia mantiene en su casa un altar para sus propios miembros difuntos de la familia, algunos de los cuales están todavía muy presentes en los corazones y las mentes de los vivos. Es el Kabu o ‘pneumos’,el recordatorio.
El ritual Kikinu Mono, literalmente reunión de las almas, también está asociado al culto Wagem: Antes del Dama, las almas de los recientemente fallecidos vagan por las ramas de los árboles próximos a las aldeas.
El propósito del ritual Kikinu Mono, que se celebra justo después del Dama, es permitir a los recién fallecidos alcanzar su condición de antepasado. En esta ocasión se añadirán nuevos cuencos a los altares familiares. El Kikinu Mono se mantiene exclusivamente en el recordatorio Kabu.

Foto de Eliot Elisofon. |
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Andugo o altar a Lebé para solicitar lluvia, con las muestras de las ofrendas rituales de gachas de mijo. |
Ciclo agrícola del culto a Lebé
El culto a Lebé está asociado con el ciclo agrícola. Está dirigido a Lebé Seru, el primer antepasado de los dogón que fue enterrado en el Mandé y que resucitó mostrándose en forma de serpiente. Esta guió a su pueblo a la nueva patria.
De su tumba en el Mandé se extrajo tierra antes de empezar su transición hacia el este en busca de nuevo futuro.
Al llegar al sitio que les pareció idoneo, cerca de la aldea de Kani Bonzon, erigieron un primer altar con la tierra ancestral que mezclaron con la nueva tierra, incicando de esta manera el culto a Lebé.
Su migración aún no había concluido, los cuatro clanes, Dyon, Arou, Ono y Domno, tomaron cada uno una parte de este primer altar y luego se expandieron, distribuyéndose sobre la meseta, por la escarpa y la llanura.
Después de haber llegado a su destino final, los miembros de cada clan, exceptuando a los Arou, dividieron su parte de ese primer altar a Lebé entre ellos y fundaron nuevos poblados. Cada pueblo construyó un altar que contenía algo de la tierra ancestral.
El Hogón es su sumo sacerdote. Él está a cargo de todos los rituales religiosos y agrarios que sean necesarios para garantizar las cosechas futuras, y por extensión, para asegurar la perpetuación de su pueblo.
El Bulu ritual agrario
Determinados rituales agrarios, como el Bulu, el festival de la cosecha, necesitan la intervención tanto del Hogón, como del sacerdote del Binu, el Binukedidne, pues sus actividades se complementan entre sí.
La idea de la resurrección de Lebé está estrechamente relacionada con el ciclo agrícola-.
Por lo que se efectúan ceremonias rituales después de la cosecha, de la nueva siembra o en definitiva, en cualquier manifestación en que la vida asome, al igual que vida es cuando cíclicamente una serpiente cambia su piel. Las principales ceremonias se centran en la agricultura y la muerte.
La gran fiesta anual de la siembra, el Bulu, comienza en abril o mayo, antes del comienzo de la temporada de lluvias y en todos los pueblos de la región.
En esta ceremonia, se hacen ofrendas del mijo recogido de los campos del hogón, junto con los sacrificios del sacerdote Binu, el binukedine.
Sobre el altar a Lebé de los antepasados, para que estos otorguen a la semilla la esencia espiritual o nyama que contribuirá a asegurar a la comunidad una abundante cosecha.
El culto Awa y las ceremonias funerarias
El culto Awa, rige las ceremonias funerarias de los dogón que constan de dos partes:
los ritos iniciales, que tienen lugar inmediatamente después de la muerte y se prolongan durante aproximadamente una semana. A continuación los ritos más elaborados que terminan con el tiempo de luto, después de un período de tiempo indeterminado.
Todos los ritos y ceremonias involucran, en diversos grados de complejidad, ofrendas y sacrificios, simulacros de batallas y la exhibición de las máscaras, generalmente a través de su uso en las danzas de la Sociedad de Máscaras.
El grado de complejidad de las ceremonias depende de la edad y el estado del varón fallecido. Los funerales para mujeres, que están generalmente excluidas de la membresía Awa, son simples, con poca o ninguna ceremonia.
Ceremonia del Siguí o Sigi
Una vez cada sesenta años en su calendario, equivalente casi al tiempo de vida de una persona dogón, se lleva a cabo la gran ceremonia del Siguí o Sigi.
Esta ceremonia en origen se dedicaba específicamente a honrar a los antepasados muertos. Pero ahora, ante la creciente influencia exterior, son los dirigentes vivos, obviamente los más ancianos, quienes demandan, pretendiendo con ella detener el paulatino declive cultural de la sociedad dogón.
Y limpiar la comunidad de los pecados y malos sentimientos derivados de esas influencias. La serie de danzas, que constituyen una buena parte del Sigi, tiene una duración de siete años.
Una aldea tras otra toma su turno para entretener a sus vecinos con banquetes, bebidas y muestras de ostentación. Para este momento, se tallarán nuevas máscaras dedicadas a los antepasados, rememorar mitos y a entretener a la concurrencia.
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