
Vaso con tapa. Siglos XVII-XVIII. Cultura de Nigeria: pueblos yoruba, grupo Owo. Medio: Marfil con incrustaciones de madera y cáscara de coco. Medidas:21 × 12.1 × 11.7 cm. Nº rg: 1991.17.126a, b
OWO
Los Yoruba que se asentaron en Owo hicieron de este un prospero estado, que estableció estrechas relaciones con el de Benin, entre otras cosas por el enorme prestigio de sus cinceladores de marfil, capaces de cualquier filigrana.
El marfil no es en sí atributo de la realeza o nobleza, lo es por qué proviene del emblemático animal que para ellos simboliza la fuerza, nobleza y tesón.
El excepcional vaso que vemos en las fotos nº 77 y 78, está depositado en el Metropolitan Museum Of Art de Nueva York, del que en su ficha dice:
“Este espectacular recipiente de marfil fue una vez la posesión atesorada de un olowo, el gobernante del reino yoruba de Owo en el actual sur de Nigeria. Owo saltó a la fama regional en el siglo XVIII a través del comercio y la conquista, y se convirtió en uno de los estados más grandes de África occidental en ese momento. Tenía estrechos lazos políticos con el reino de Benin, a unas setenta millas al sureste. Gran parte de la cultura cortesana de Owo, incluidos títulos, disfraces y esculturas de prestigio, reflejan una estrecha asociación entre los dos importantes centros políticos y culturales.
Metropolitan Museum Of Art de Nueva York
poderes del olowo
Los vastos y terribles poderes del olowo se expresan en las imágenes de este trabajo por cuatro grupos figurativos unidos por una pitón, un símbolo importante de la realeza. Los motivos prominentes y omnipresentes del pez lodo y el cocodrilo evocan los nombres de alabanza del rey, u oriki, que lo comparan con un vasto océano en el que fluyen todos los ríos y cuyas profundidades insondables contienen secretos poderosos y habilidades sobrenaturales. También enfatiza la relación íntima del rey con Olokun, dios del mar, que aporta riqueza y fertilidad a sus seguidores. Las imágenes inscritas a lo largo de la superficie de este recipiente sugieren la capacidad del olowo para abarcar múltiples reinos: terrestre y acuático, humano y divino”.
Metropolitan Museum Of Art de Nueva York
Met
Como dice el Met, este vaso se hizo para un rey de Owo, como sugieren las diversas imágenes que muestran, sin ambages, el enorme poder que asumía al recibir el legado de poder intemporal y sagrado que conllevaba el cargo.
En una parte de la que no hay foto, hay una serie de figuras genuflexas y postradas que sujetan a ciertas criaturas atadas.
Para los Yoruba, las personas con ‘cifosis’, que andan encorvadas, son consideradas como tocadas por el dios Ọ̀bàtálá que “da forma a los humanos en el útero”, poniendo así en valor a los ancianos, que son quienes más lo padecen.
Ọ̀bàtálá
El vaso es un remedo de los poderes y funciones reales, en las que el olowo debe presidir las ofrendas rituales, lo que evocan lascabezas incorpóreas que se entrevén entre los círculos entrelazados de cocodrilos que muerden las cabezas y las colas de los peces gato, o del barro, y por los personajes atados.
“Criaturas estas que se asemejan a Ofoe, el mensajero de la muerte en el reino de Benin, al sureste de Owo, que no tiene cuerpo, solo cabeza, brazos y piernas”.
La iconografía que se muestra en cada una de las cuatro partes en que se ha dividido el cuerpo exterior del vaso, muestran imágenes, nada que el Bosco, Jheronimus Bosch, no haya también reflejado, que trasmiten a quien lo usa aunque también a quien cerca se encontraba, hasta dónde llegaba el poder omnímodo de un olowo, pero también cómo administrarlo.
En uno, foto 78, se ve al gobernante coronado con el tradicional tocado de abalorios y plumas que como toda corona le conecta con las fuerzas superiores, pero también con el doble cinturón, cruzado, de donde ‘puede’ sujetarse todo el poder de sus armas.
Alusiva y clara muestra de soluciones, pero también de cómo ponerlas en práctica por las buenas o a la fuerza.
Su poder, según sus creencias, emana de lo más profundo del mundo abisal de las aguas, aquel donde anclan sus piernas al limo tras el que resurgen transformadas en peces gato o del barro, véanse sus bigotes.
oriki
Y siguiendo con los recuadros, en otro, como en la mejor idealización de Neptuno, el rey emerge dominando por la cola a dos cocodrilos.
Las recurrentes referencias acuáticas hacen alusión a las letanías, u oriki, que enumeran las alabanzas al rey, que lo muestran como mar océano donde confluyen todas las aguas de todos los ríos, envolviendo todos los conocimientos, toda respuesta a lo secreto, toda solución sobrenatural.
También alude a la relación íntima del rey con Olokun, su dios del mar, a través del cual fueron guiados y llegaron los portugueses aportando conocimiento y prosperidad como en sus advocaciones recababan.
El blanco marfil, ya es en sí la manifestación visual de la conexión del rey con la deidad, al ser imagen simbólica del espejo que la luz crea al mirarse en el agua y la filigrana de espuma que sus olas producen al entrechocar, o las orlas con que se engalana al retirase de la playa.
olowo
Este vaso es imagen por tanto de lo que debe ser un olowo, capaz de aunar las fuerzas de cielo, mar y tierra, de lo divino y lo humano y aplicarlo coherentemente.
En otra imagen se ve un pájaro con cara humana y serpientes formando sus alas, un patrón reiterado en los objetos reales de toda la zona, que quiere dar a entender la capacidad que asume, porque tiene, el rey, para sumar todas las múltiples opciones a su alcance, en función del bienestar de su pueblo.
Como cuarto y último código visual aparece una pitón devorando a un hombre ante la inacción contemplativa de un ‘testigo impasible’.
Siendo la pitón un símbolo de la realeza, no deja de ser una cruda advertencia del olowo a sus detractores o adversarios.
De hecho la gran serpiente abraza por la parte superior del vaso, en su anillo, los cuadrantes, hilvanándolos física y temáticamente.
Brazalete de marfil del pueblo Owo

79 Brazalete de marfil del pueblo Owo de los yoruba. Siglo XVl. Medidas: 14,5 cm largo, x 10,5 cm circunferencia externa. Smithsoniam, Museo Nacional de Arte Africano. Foto: Franko Khoury.
En la foto se observa, cómo el artista ha sido capaz de cincelar el marfil en una primera capa reticulada, donde sobresalen dos cabezas humanas, así como una serie de argollas corridas, en parte de las cuales se sujetan anillos también de marfil pero abiertos, de los que se han sujetado formas como de caracol que servirían para producir un sonido similar al de cascabeles con el simple andar.
Por encima de esta capa, la filigrana adquiere sumo virtuosismo cuando vemos que hay otra capa móvil sujeta por entre las argollas, lo que significa que toda la pieza esta realizada del mismo tramo, en su parte hueca pero con cierto grosor, del colmillo de marfil.
En esta capa superior se observan una especie de uroboros pero con cocodrilos, que muerden las cabezas y colas de peces gato y como hemos visto en objetos anteriores personajes atados; clara alusión a los sacrificios rituales.
Esto me sugiere que es una pieza destinada a la realeza y otra que la dimensión de la circunferencia de 10, 5 cm en total, es demasiado pequeña para que pase la mano de un hombre adulto, por mucho que la amolde, por lo que o estaba destinada a una mujer o se realizaba para un niño, posible candidato a ocupar el trono.
Tal vez los cascabeles indiquen la primera opción.
Lo que es indudable es la calidad magistral del artesano y su increíble capacidad para realizar algo con carácter casi tridimensional.
El Smithsoniam en su ficha, da a entender que las dos cabezas que asoman:
“…han sido descritas como de mono, sin embargo se parecen a Ofoe, el mensajero del dios de la muerte en el Reino de Benin, que no tiene cuerpo, solo cabeza, brazos y piernas”.
Smithsoniam
Pulsera de marfil del pueblo Owo
80 81 Pulsera de marfil del pueblo Owo de los yoruba. Siglo XVI al XVIII. Medida: 7,5 cm de alto x 12,8 cm circunferencia externa. Ex colección Tishman, donada en este caso al Metropolitan Museum of African Art por la Walt Disney Company. Nº rg: 2005-6-7.1
Esta pulsera parece que tiene o tenía otra compañera de similar tamaño y trabajo, aunque supongo que con otros temas cincelados, pero lo desconozco.
El Met sugiere que:
“Son parte de las insignias del Olowo o rey yoruba de Owo”.
Met
Y continúa diciendo:
“Los motivos, evocan las fuerzas espirituales que dan forma al mundo y llega a controlar el gobernante. La cabeza con criaturas que salen de las fosas nasales sugiere la pérdida de las fuerzas espirituales internas. Del mismo modo la figura de pez con patas referencia a un ser que trasciende los reinos de la tierra y el agua y por tanto simboliza a Olokun, dios del mar. Una de las dos pulseras de marfil presenta figuras y animales tallados como humanos que cubren toda la superficie. Cada abertura tiene pequeñas tallas nudosas alrededor de todo el borde”.
Met
Aparte de esto a mi me sugiere ciertas cosas de las que en la ficha no se habla.
Una es que el personaje central que se ve en la foto nº 80 me parece que tiene pechos, que es una mujer, aunque el resto de trabajo que la circunda sea el recurrente.
La segunda, los agujeros de los bordes, que atraviesan de parte a parte, si sirven de algo es para sujetar algo pequeño, que no incomode pero que al igual que en el caso del anterior brazalete, sirva con su sonido para advertir de la presencia de quien lo use.
Y en tercer y último lugar, la dimensión de la circunferencia de 12, 8 cm de circunferencia en su parte externa, me dice como en el otro caso o que se hizo para un niño o adolescente.
En este caso y sumando la imagen central, casi que con toda seguridad para una mujer.
Quiero reiterar que nunca he visto ninguna pieza de estas, ni de las otras, en directo, y que mis ‘opiniones’ son eso, tan solo opiniones, no conclusiones.
Ni siquiera me atrevo a precisar si estas dos fotos nº 80 y 81, son dos vistas de la misma pulsera o corresponden a las dos pulseras distintas que referencia el Met.
Pueblo Owo de los yoruba

82 Omama, colgante con forma de cabeza de carnero.
Pueblo Owo de los yoruba. Marfil. Medidas: 14,9 x 11,4 x 5,7 cm. Donación de los Sres. Klaus G. Perlis en 1991 al Metropolitan Museum of African Art. Nº rg: 1991-17.123
82 Omama. Colgante de marfil que parece formaba parte de los emblemas que utilizaba el olowo, en este caso de la cabeza de un carnero como alguien con tesón, con la tozudez que se atribuye al carnero, en procurar el beneficio de su pueblo.
El orufanran
Era parte de la vestimenta litúrgica del olowo o su delegado, llamada orufanran, que consistía en una túnica o camisa con una desmesurada cantidad de frunces, de un tejido muy similar a la franela, de color rojo, y recubierta de cuentas como escamas durante las ceremonias de estado.
El orufanran llevaba colgados un sinnúmero de colgantes, de tamaño similar a este, en los que se identificaban rostros humanos pero también cabezas de leopardos, cocodrilos o carneros similares a este.
Esta ceremonia y su liturgia tenía como fin propiciar que los enfrentamientos bélicos, cuando se produjeran, tuvieran un resultado positivo.
Por eso se celebraban periódicamente aunque no hubiera conflictos, siendo una manera de contentar a los oficiales y milicia y también hacer ver al pueblo que el olowo, era y estaba prevenido.
No era un albur por tanto el que se emplearan estos animales, dado que eran imagen de fuerza astucia tesón y ferocidad.
El Met, en su ficha, señala al respecto que:
“A pesar de su pequeño tamaño, la cabeza de este carnero está ricamente adornada con intrincados diseños incisos e incrustaciones con madera oscura. Su impacto estético se basa en una interacción sofisticada de superficies, unas desnudas y otras adornadas. Si bien el hocico está dominado por surcos lineales y nudos de quatrifolio, motivo utilizado ampliamente en el arte yoruba, la frente presenta amplios pasajes de superficie plana interrumpida por diamantes con cuadrados y círculos. La interacción de las superficies opuestas continúa extendida a lo largo de los cuernos que enmarcan la cara del carnero. Las crestas profundas en la base de los cuernos equilibran la frente lisa, mientras que las puntas sin adornos compensan los elaborados motivos del hocico”.
MET
Udalamore

83Udalamore. Pueblo Owo de los yoruba. Marfil. Medidas: 12.7 × 5.1 × 48.9 cm. Donación del Sr. y la Sra. Klaus G. Perls al Metropolitan Museum of African Art. Nº rg: 1991.17.122
83 Udalamore ‘Bien nacido’. Solo un ‘bien nacido’ podía tener un objeto como este.
Por tanto se entendía que este tipo de emblema le representaba.
El pueblo sabía perfectamente que cualquiera era ‘bien nacido’, pero que con esta ‘espada’ se reflejaba que su propietario era aquel, de entre los ‘bien nacidos’, más capacitado para defenderle y velar por el.
Espadas ceremoniales
Se percibe claramente que no es un arma, es tan solo algo alusivo a que si se es capaz de blandir algo así en tiempo de paz, qué herramienta o maquinaría se podrá esgrimir si me obligas a hacerlo. Contente o atente pues!!
Son por tanto espadas ceremoniales, que en sus tan intrincadas como bellas imágenes, encierran los valores y esencias de su dueño.
El Met nos dice en su ficha:
“Esta opulenta espada de marfil es un udamalore, literalmente una ‘espada de los bien nacidos’. Fue llevada por un jefe de alto rango de Owo, un estado yoruba en la actual Nigeria que ascendió al poder regional en el siglo XVIII. Usado en la cadera, indicaba el poder y el estado de su portador en ceremonias públicas y celebraciones.
MET
Consistiendo en un mango figurativo y una cuchilla curva calada, este udamalore es un impresionante ejemplo de las obras creadas en este famoso centro de talla de marfil. La cabeza humana que constituye el pomo muestra un delicado peinado de repetidos galones, mientras que los ojos están magnificados con incrustaciones de madera oscura. Las proyecciones triangulares que brotan en la parte superior e inferior de la cabeza pueden ser una referencia a Sango, la deidad yoruba del trueno y la guerra. Extensiones triangulares similares se encuentran en las cabezas de los bastones de danza llevados por los devotos de Sango. Su aparición en el udamalore puede referirse a la afiliación del jefe con esta deidad y su dominio en asuntos políticos y militares. La base sólida de la hoja está decorada con dos patrones de nudos, mientras que la sección calada muestra a un jefe Owo en traje ceremonial, revestido con su propio udamalore situada horizontalmente en la cadera izquierda. El espacio alrededor de la figura está perforado, pero el delicado contorno curvo de la espada se mantiene con delicadas bandas de marfil. En su mano derecha, el jefe sostiene una espada curva, mientras que un pájaro se posa en su mano izquierda y picotea su corona. La espada levantada es una uda, la real utilizada en combate, mientras que el pájaro se refiere al poder espiritual protector asociado con las mujeres yoruba de edad avanzada. En combinación, estos emblemas sugieren un gobernante que está espiritual y físicamente equipado para enfrentar todos los desafíos que deba afrontar”.
ibolukun
Escuchado el Met, la sensación es que la espada es en sí, un tan complejo como deslumbrante ejercicio simbólico.
Ya el marfil era en lo material una clara alusión para los owo de prosperidad.
Y si lo era de riqueza, más aún lo era de fortaleza y persistencia, como lo era el animal de donde provenía, el más fuerte y longevo de entre todos, el elefante, lo que atribuía a quien tenía este material el poder sobre todos los demás por su magnitud y fuerza.
Si el elefante es rey en la naturaleza, de igual modo lo es el olowo entre los suyos, ambos son respetados y temidos por el prestigio ganado en su comportamiento y la fuerza y decisión en defensa de lo suyo.
Udamalore, como se ha reiterado, muestra a quien la porta como garante de continuador de las esencias que hicieron grande a los Owo, es alguien ‘bien nacido’, respetado por sus decisiones a favor de la comunidad y su capacidad para enfrentarse a los interrogantes del devenir cotidiano.
uda
Udamalore, no es solo esta espada que creo hemos visto con profusión, sino qué también es aquello donde se integra, y donde guarda y porta su dueño, la vaina, como se ve en la representación de la figura principal de marfil que viste la falda tradicional o ibolukun, sobre la cual, de su cadera izquierda, cuelga envainada la espada y que encierra no menos objetivos.
Esta figura con el pecho al aire, blande otro tipo de espada de mayor tamaño en su mano derecha conocida como uda, es símbolo de autoridad. Se ven en pecho y brazos, longitudinalmente, incisiones que tal vez tengan que ver con las que vimos en las cabezas de latón de Ifè, sinónimo de estatus.
Conjunto de vaina de espada



Conjunto de vaina de espada. Pueblo Owo de los yoruba. Siglo XIX o XX. Medio: Madera forrada con tejido de algodón, cuentas de vidrio, latón, y cordel. Medida: 139,7 cm. Donado por los Srs. Jeffrey S. Hammer en memoria de William B. Fagg. Nª rg: 1993.500.1
La vaina, más la especie de estola con que se acompaña, es como un aldabonazo o deslumbrante anuncio, al ser lo primero que los asistentes a las ceremonias perciben por su espectacular colorido, e ir en un primer plano sobre el muslo izquierdo, colgada de los cinturones cruzados que van sobre el pecho.
Llena de cuentas de cristal de color que van conformando las múltiples imágenes alusivas, como son las figuras humanas, de monos, cabezas de carneros, pájaros y motivos de nudos entrelazados.
El carnero
La actitud del carnero es la del incansable y tenaz combatiente de poderosa e inigualable fuerza y agresividad, siendo tenido por su constante estado de alerta como exponente de liderazgo entre los Owo y Yoruba en general, casi a la par que el elefante, asociándosele con la protección de las familias.
Los monos son a su vez la astucia y el engaño para lo que se valen de su enorme capacidad de ingenio, lo que a veces debe ejercer aquel que tiene que dirigir.
Estas inclusiones del carnero y del mono en esta funda, hacen clara alusión en un caso, a su tenacidad y dedicación hacia su pueblo, y en el otro, al ingenio y audacia de la que es capaz.
cuentas de vidrio
Las cuentas de vidrio, como el marfil, eran un material costoso accesible tan solo a la élite; utilizados en el comercio al más alto nivel, implicaba riqueza y estatus.
A diferencia del marfil, sin embargo, los abalorios de vidrio no tuvieron orígen en la zona, sino que procedían al principio de Oriente para posteriormente, a mediados del siglo XVII, empezar a manufacturarse en mayor cantidad en Europa.
Aunque en Nigeria y otras partes de África, llegaron a producirse en mínima cantidad pero excelente y peculiar cochura, muy bellos ejemplares desde el siglo XV.
Pupa, funfun y dudu
Los yoruba, tenían un peculiar gusto por ciertos colores que marcaban su gusto estético, pero que dentro del pantone en que los llegaban a disgregar, sabían utilizar para hacer llegar al observador, aquellas premisas que desvelaban los valores que concurrían y formaban la personalidad de los representados.
A esta peculiar teoría yoruba del color ellos la desglosaban en tres grupos a los que llamaban: pupa, funfun y dudu.
Los colores que definen a estos grupos, respectivamente, son el rojo, blanco y negro. Pero como se ha adelantado, utilizan con habilidad la disgregación del color y sus texturas y matices, consiguiendo una variada gama cromática.
Es de lógica, la asociación de estos colores con la intención para su uso.
Los pupa
Los pupa,rojos como lo es la sangre; cárdenos como la furia que ciega en el fragor de la batalla; y naranjas, la violencia que nubla y se torna agresividad, obviamente evocan a su vez a Ogun, el dios yoruba del hierro y la guerra.
El calor y furor de los pupa se equilibran con el blanco, los nacarados grises y los reflejos plateados del funfun, que se asocian con el más allá y la edad, donde se encuentran el conocimiento y la sabiduría.
El enorme campo cromático que queda entre rojo y blanco, necesita matices que aúnen la sabiduría con los ardores sanguíneos, mediando entre ambos y moderándolos, añadiendo tonos que palien o enfríen como los de dudu, que pueden verse nielando en negro las cabezas de los carneros, el verde incorporado en ciertas figuras humanas y la gama de azules en los camaleones.
Estas dos especialidades, como lo son la talla de marfil y el hilado de las cuentas para formar los dibujos, utilizan talleres distintos como distintos son su mecánica y herramientas.
Mientras que para el vidrio se necesita que cooperen hombres fundiendo y formando las cuentas para cada hilada, las mujeres repasan y moldean estas hiladas puliendo y ensartando las cuentas.
Los talleres de marfil son de larga tradición, donde quedaron en manos de una élite que los patrocinaba.
Pues había que proveer del material de base y de herramientas precisas encargadas a los más hábiles herreros.
Así, podían producirse, espadas, pulseras, tallas de figuras diversas o los imprescindibles objetos necesarios para la adivinación.
Incluso actualmente, los jefes de la sociedad Owo siguen usando espadas de marfil, que se pasan de padres a hijos junto con el título.
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