
En la actual Nigeria, entre los rìos Niger y el Benue, en la meseta de Awka-Orlu, hace mas de 4.000 años, se calcula que llegaron los primeros habitantes a la zona. Ellos son los distintos grupos Igbo o Ibo. Todo el territorio es hoy producto de excavaciones arqueológicas, derivadas de un hallazgo circunstancial realizado en la zona de Igbo-Ukwu, por Isaiah Anozie, que en 1938 se propuso construir su casa.
Es a raíz de estos hallazgos y de su posterior donación por el accidental comprador de aquellas primeras piezas, al recién constituido Departamento Federal de Antigüedades del Nigerian Museum, lo que produce las exhaustivas, científicas y sistemáticas excavaciones que coordinó Thurstan Saw a partir de 1959.
Lo encontrado durante estos trabajos, se dató entre el siglo IX al X.
Dakakari Igbo
Estas piezas producidas por la subetnia Bana Riji, de carácter funerario y dedicadas principalmente al culto a los antepasados, que ellos llaman Ngwarkandagara o “siervo de los muertos”, se guardaban en santuarios o mbari, construidos a su vez de barro cocido, y erigidos bajo la advocación de la diosa tierra, Ala o Ane, o divinidades afines a esta.
Tanto estos mbari como las estatuas, recipientes o cerámica en general, eran realizados por “trabajadores del espíritu” que mediante un proceso iniciático de no menos de 6 meses y de hasta 2 años, se consagraban a la realización de esta producción a medio camino entre lo ritual y lo artístico.
Una vez finalizado y entregado el santuario, finalizados sus ritos, este se dejaba abandonado perdiendo su utilidad, pues lo importante es el periodo transcurrido y el propio proceso ritual en sí.
Aunque la cerámica es un trabajo exclusivo de las mujeres, en su faceta de crear útiles o esculturas, pipas o adornos, estas piezas rituales como señalábamos antes, son privativas de esos iniciados, varones, de los que también hablábamos antes.
NGWARKANDAGARA espíritu de los pueblos del BANA RIJI
NGWARKANDAGARA espíritu de los pueblos del BANA RIJI. siglo XVI XIX. Medidas 26 x 13 cm | Dakakari Ibo urna funeraria. |
En el interior de Malí, en una zona a caballo entre las ciudades de Dejenné y Moptí, en el delta interior del Niger, desde 1933 en que se produjo el primer hallazgo, no han cesado de descubrirse yacimientos cerámicos de esta cultura.
Aunque fué en 1977 primero y posteriormente en 1980, cuando con criterio y seriedad científica se acometieron los trabajos bajo la dirección de los arqueólogos americanos Roderick y Susan McIntosh.
Dejenné
En un principio atribuidas a los Dogón, que en esas fechas ocupaban la zona, estudios posteriores las sitúan en la época de entre el siglo X al XVII coincidiendo con las importantes migraciones procedentes del Mandé.
Claramente se comprueba en la actualidad que bajo los grandes pantanos del Delta del Niger queda aún por descubrir gran parte de esta rica cultura que permitirá aseverar o acrecentar las teorías que se defienden en este momento.
Están realizadas con una fina arcilla procedente de las orillas del río que contiene una gran cantidad de hierro en su composición y que recubren posteriormente de un delicado engobe rojizo.
Los artistas crean composiciones llenas de de expresiones y gestos, como serenidad, angustia, compasión, temor, ternura…
Bernard De Grunne
Bernard De Grunne asevera, que estas expresiones son únicas en el continente y solo comparables a las del reino Kongo.
Este mismo experto comenta que estas piezas estaban situadas en altares denominados kordodjan, donde eran veneradas y que representaban antepasados divinizados, fundadores de pueblos o reyes importantes.
Eran también empleadas en ritos de petición, sacrificios o como protección, pero se descarta su uso en rituales funerarios.
Hay un mito primordial que habla de la serpiente Vida con quien el fundador de la dinastía Malinké, Magna Diabé, hizo un pacto mediante el cual antes de las crecidas se le sacrificaría una virgen, pero un mago se enamoró de una de ellas matando a la serpiente y provocando una sequía de 7 años.
Desde entonces en los cimientos de los poblados se emparedaba una virgen, siendo posteriormente sustituida por una representación en terracota junto a otra de la serpiente.
D’Jenn D’Jeno | Siglo XII al XIV | Siglo XII al XV |
serpiente pariendo al adivino 22 x 9 |
adivino 20 x 10 x 12,5 cm |
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