
El Dios Kalunga Tshokwe
Los tshokwe reconocen desde antiguo tradicionalmente, un dios creador y de poder supremo, Kalunga.
Creen que Kalunga tiene potencia por encima de todo lo demás.
Creen que es omnisciente y todo lo ve. Se le reconoce como el dios del cielo y tiene jurisdicción sobre los espíritus de los vivos y los muertos.
Ellos adoran y veneran a Kalunga que bendice a los buenos y castiga al malvado.
Se dice que este ser sobrenatural creó el mundo y la humanidad, y por lo tanto también puede llamarse Samatanga, que significa el creador.
Kalunga o Nzambi
La palabra Kalunga o Nzambi hoy, es vista como un principio unitario y lejano, distinguido por cualidades de grandeza, infinidad y ubicuidad.
Un cambio fuertemente influenciado por el concepto cristiano de Dios, que difiere considerablemente de la visión que tenían los tshokwe antes de la llegada de los misioneros cristianos.
Aparte de Kalunga o Nzambi, los tshokwe reconocen una serie de espíritus ancestrales de la naturaleza, los Mahamba.
Los tshokwe tienen fuertes creencias religiosas que están asociadas con su historia y su posición geográfica en Angola.
La espiritualidad tshokwe mantiene vivas las tradiciones de sus ancestros y se refleja en su vida cotidiana.
Esto significa que la conexión con sus antepasados es de primordial preocupación para la cosmogonía tshokwe.
De hecho, los vivos deben continuar la relación con los antepasados después de su muerte.
Cosmogonía religiosa tshokwe
Por lo tanto, en la cosmogonía religiosa tshokwe, es fundamental que los seres vivos preserven las ideas de los antepasados o difuntos recientes, para tener su protección.
Como forma de preservación de las ideas ancestrales, se organizan rituales de propiciación y en el contexto más amplio del ritual ancestral en el continente africano, como escribió Geoffrey Parrinder:
‘‘Muchos ritos, de gran importancia, se hacen para la propiciación, la ayuda y el reposo de los espíritus de los difuntos’’.
Geoffrey Parrinder
Y continúa:
“Así, los antepasados dejaron su práctica sagrada antes de su muerte. La práctica tanto corporal como mística fortalece el vínculo entre el espíritu del vivo y el espíritu ancestral, al que da sentido, representa el regreso de nuestros antepasados al mundo de los vivos”.
Geoffrey Parrinder
En otras palabras, como escribe Oyebade:
“El culto a los antepasados a través de la práctica corporal y el ritual, apacigua y propicia el buen favor de los antepasados’’.
Oyebade
Una apreciación del concepto tshokwe de Dios, debe implicar una comprensión del lugar privilegiado que los antepasados ocupan en su sociedad.
Para el pueblo tshokwe, la vida no tiene ningún valor si la presencia y el poder de los espíritus ancestrales están excluidos.
Espíritus ancestrales
Los espíritus ancestrales son los dioses más íntimos del pueblo tshokwe; forman parte de la familia y son frecuentemente consultados por sus miembros.
Entre los tshokwe, los antepasados son aquellos que una vez vivieron en una sociedad y cultura humanas y han cumplido ciertas condiciones religiosas antes de que fueran a los reinos de los espíritus.
Según Molefi Kete:
‘‘Para convertirse en un antepasado uno tiene que vivir y morir de una manera particular’’.
Molefi Kete
La cultura visual
En la religión tshokwe en particular, para convertirse en antepasado uno debe haberles demostrado devoción, haber vivido una vida ejemplar, haber respetado a los ancianos y las mujeres y haber tenido hijos.
La cultura visual de todo lo que hacen los tshokwe refleja su cosmología religiosa.
Artículos de prestigio, así como objetos que se relacionan con las tareas particulares, las actividades de la vida diaria y los conceptos de belleza, vestido y bienestar, se cree que proporcionan una conexión espiritual con los antepasados y el Dios creador.
Estos objetos incluyen cerámica y cestería, así como peines, pasadores, bastones y fusiles.
La mayoría de estos artículos incorporan imágenes de espíritus ancestrales tutelares que están conectados simbólicamente con conceptos de riqueza, fertilidad, prosperidad, salud y condición social.
Es a mi parecer muy importante, la manera de expresar la conexión espiritual en la religión tshokwe, que se facilita a través del contacto cercano con la naturaleza de una manera mística:.
La arena es un medio para dibujar y visto como un intermedio espiritual con lo divino; máscaras y objetos cotidianos son un reflejo de los sentimientos interiores de la gente y su comunión con el Dios creador.
sona
La gente tshokwe tiene una manera muy peculiar de dibujar, conocida como sona, sus dibujos consisten en líneas verticales y horizontales con una abundancia de cruces y pequeños puntos.
Sus dibujos son una expresión viva de la múltiple complejidad de su cultura y tradición, algo difícil de entender por los extraños, que no son plenamente conscientes de los fundamentos de las tradiciones tshokwe y su patrimonio ancestral.
Así, entre los tshokwe, Dios es más que el creador del mundo y su gente; Dios es también el elemento básico del tejido social de los tshokwe.
Sin embargo, los cambios culturales que han afectado al área durante los últimos cien años, han llevado al abandono actual de este modelo de organización humana dado por Dios.
La religión tshokwe, como la mayoría de las religiones africanas, tiene una tradición oral.
La práctica religiosa oral es una forma de que los ancianos comuniquen a los jóvenes iniciados las enseñanzas de la cultura tshokwe, basadas en la fundación del Imperio Tshokwe y en sus creencias religiosas, ambos pilares sirven para unir y definir su sociedad en un grado significativo.
La tradición oral
Históricamente, la religión también ha desempeñado un papel importante en su estructura social y su desarrollo interno e incluso tecnológico durante los siglos XIX y XX.
La tradición oral, tan cuestionada ahora por muchos expertos, presente en la religión Tshokwe es una herramienta para trasmutar verbalmente lo físico en lo metafísico y la materialidad existencial en el reino de lo no existencial.
Mayoritariamente cristianos en la actualidad, los tshokwe invocaban en sus plegarias a Kalunga o Nzambi aunque no le rendían ningún culto.
Mahamba
Los espíritus tutelares y ancestrales mahamba, por el contrario, eran representados y venerados en termiteras, postes tallados o figuras de madera, situados en santuarios de poblados o en altares familiares.
Estos espíritus pueden pertenecer al individuo, a la familia o a la comunidad, y descuidarlos podía derivar en una desgracia personal o colectiva.
Los espíritus malignos también podían ser activados por los hechiceros o wanga, para causar desdichas o enfermedades, y esto debía contrarrestarse para recuperar la salud o alejar infortunios, por lo que normalmente se consultaba con un adivino o un nganga,que intentaría descubrir el orígen del problema.

Un hechicero o wanga
Como sucede con la mayoría de las religiones tradicionales bantús, su religión se basa en el culto a los antepasados, siendo Kalunga la fuerza que gobierna sobre todo lo conocido, pero con quien no hay comunicación directa sino a través de los espíritus de los antepasados.
Los médicos tradicionales o cimbundu, eran a su vez sacerdotes, podían considerarse como los dirigentes religiosos de la comunidad, instruidos por la máxima autoridad en temas religiosos el mwene.
Parte fundamental del prestigio de estos cimbundu, era aplicar su conocimiento botánico en las artes curativas. Muchos tshokwe achacan la pérdida de estos conocimientos a los médicos portugueses.
Los servicios de los cimbundu
Quienes durante la época colonial, para reprimir lo que entendían que eran prácticas de hechicería, persiguieron a los que utilizaban los servicios de los cimbundu para resolver su problemas de salud o espirituales, personales o comunitarios.
La forma más común de adivinación entre los tshokwe era y es, la del cesto, que consiste en arrojar y después ‘leer’ unos sesenta objetos que guardan y transportan en esa misma cesta.
La configuración de los objetos era luego ‘leída’ por el adivino o ‘contador del tiempo’ para determinar la causa de la enfermedad.
Los adivinos luvale
En Zambia, no tanto los tshokwe, pero sí y muy reconocidos son los adivinos luvale, que tienen fama por su pericia, basada en sus creencias tradicionales en la brujería y el esoterismo, teniéndola como práctica común, tanto en zonas rurales como urbanas.

Nganga, ‘el comedor de almas’
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Nganga, ‘el comedor de almas’
Durante el período colonial ejercido por portugueses y belgas principalmente, los tshokwe se vieron impelidos, más por necesidad que por convencimiento, a convertirse al cristianismo.
Lo que derivó en una especie de sincretismo peculiar, en el que se originó la dicotomía de acudir a las iglesias.
El rito de paso Ku Mukanda
Pero manteniendo sus rituales ancestrales y sobre todo el rito de paso a la edad adulta, tanto para hombres como para mujeres, llamado Ku Mukanda o Mukanda.
El Ku Mukanda es un rito practicado por numerosos pueblos de Angola, de la Republica Democrática del Congo y Zambia.
Mubiki o mbuki, era un sanador, más que médico, experto también en plantas. Cimbundu es el médico tradicional, pero sobre todo sacerdote.
Chibema
Wanga es el hechicero que ejerce con fuerzas negativas mediante sus adminículos.
Chibema es aquello que es bueno, positivo y bello, en contraposición al concepto que tienen de que la mujer buena es fea y la guapa predispuesta a lo malo.
Nganga o el ‘comedor de almas’, genéricamente el brujo, poseedor de fuerzas inmateriales, era quien invocaba o se interponía a los espíritus maléficos del Wanga.
A los que aprisionaba en determinados cuernos y estatuillas.
Tahi
Tahi es el adivino, protector y precursor de las fuerzas positivas, desempeñaba una función esencial, utilizando unas planchas de madera o un cesto de adivinación.
Que contenía unos sesenta objetos variados que tiraba sobre el suelo y leía.
Ngombo es el arte de las prácticas adivinatorias
Tanto el nganga como el tahi, eran, y son, expertos en realizar los jeroglíficos específicos, sona, conocidos desde orígenes muy remotos.
Guardan en secreto, con los que entre otras cosas dan solución a conflictos imprevistos.
En el cesto, el adivino lleva siempre una figurilla hermafrodita llamada citania, que simboliza lo imposible.
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