
En esta foto de 1969, vemos una mujer en cinta, que al no encontrarse bien se somete, o la someten, a un ritual de posesión. Esto era recurrente puesto que ante la posibilidad de no sacar adelante al feto o ante cualquier otro percance o enfermedad, era mejor echar la culpa a aquello que no se podía ver y ni tan siquiera maldecir, por si acaso la ofensa llevaba implícitos visos de venganza. Otra cosa es lo que se pensara.
Hoy en día, muchos fon, al igual que los pueblos de vecinos, países, buscan asistencia médica en clínicas y hospitales modernos y van a médicos titulados en Europa o USA.

Medicina curanderos y sacerdotes de vodú
Otra posibilidad era, y es, recurrir a los curanderos locales, conocidos como Sakawa, o los sacerdotes de vodú que emplean plantas e ingredientes procesados, así como también a rituales para tratar enfermedades y conflictos que se manifiestan en el cuerpo y el alma de una persona.
La medicina vodú no es hostil a la biomedicina moderna de tal manera que en la polivalente fuente de adivinación de Afa, a la que prestan total credibilidad y tras preguntarle qué hacer con tal enfermedad, Afa puede darles a entender que deben recurrir a un médico titulado de la ciudad. La medicina vodú es particularmente efectiva en casos de locura.
La ingestión de efectivas raíces y plantas, así como ‘hablar’, sea del dolor de una pérdida o del deseo pendiente; el Vudú consigue que los alienados lloren las pérdidas pero sigan adelante con su vida.
Tras la muerte, ciertos aspectos de la persona se pierden para siempre, mientras que otros aspectos, por ejemplo, el Djoto o alma imperecedera, volverá, reencarnándose en el próximo hijo nacido del linaje. El Luvo, o alma de la muerte, puede permanecer un tiempo tras la muerte, haciéndose notar como cuando la persona vivía y de esta manera, asustando a los seres queridos vivos con demandas de atención y su anhelo por contactar con ellos.
El reino espiritual
Según explican los más experimentados, las personas tal como accedemos a la vida no nos queda más camino que no superar a la muerte, pero es posible que ciertas partes de la personalidad continúen e incluso se unan a un vudú, como parte de la personalidad de esa deidad y del conjunto de sus energías. Otros dicen que el reino espiritual refleja la vida humana en todos los aspectos, de modo que después de la muerte las personas continúan de la misma manera que antes.
Los funerales son el evento individual más importante en la historia de una persona fon, más lujoso y caro que cualquier otra celebración o fiesta. Se contratan grupos de tañedores de tambor, y los deudos pueden bailar toda la noche durante varias noches seguidas.
Asistir a funerales y contribuir con ellos financieramente y con comida y bebida se encuentran entre las obligaciones más vinculantes para los miembros del linaje, vecinos, amigos, jefes y adoradores de vudú, sobre todo, a aquellos que pertenecen al mismo orden que el difunto.

La política fiscal y economía de los Fon
Sobre lo del censo en sacos del que al principio hablábamos, recalcar que este, el censo, también era necesario para la política fiscal. Pues dependía de ello la manutención de la corte y del ejército y la compra de armas, que tenían que ser pagados mediante la venta de esclavos y de aceite de palma, pero principalmente mediante los impuestos, como los derechos de aduana, impuestos sobre las cosechas, el ganado, los productos de la caza y el trabajo de los artesanos.
Las cosechas eran recontadas cada año y los funcionarios velaban por la ejecución de los planes de producción.
Fue comidilla en Europa, y trajo consecuencias, lo que comerciantes, marinos y delegados oficiales contaban a la vuelta de sus viajes. Estos viajeros europeos que visitaron el país quedaron impresionados por el culto a los antepasados reales.
Relataban que especialmente a la muerte de un rey, se requerían ofrendas y numerosos sacrificios humanos pues tenía que creársele un reino en el más allá, bien dotado y con consejeros, soldados, sirvientes y útiles, acomodos y suministros suficientes.
el reino de Dahomey
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El Rey en el reino de Dahomey
La partida hacia la guerra o la construcción de un palacio, como se ha comentado, exigían también sacrificios sangrientos, claro está que de gente capturada o declarada culpable.
Anualmente, se realizaba otra celebración en honor de los antepasados reales: la llamada fiesta de las “Costumbres». Era esta una ocasión en la que el rey hacia ostentación de las riquezas ante su pueblo, parte de las cuales se distribuía entre ellos, como si de una lotería se tratara; los numerosos sacrificios humanos que acompañaban esos actos, llevaron consigo el que los europeos, poco antes de que la zona fuera conquistada, presentaran reivindicaciones de sus pretensiones a modo de vindicta, que desencadenaron en las sucesivas batallas que llevaron a la colonización.
Ciertamente, el monarca dahomeyano era, efectivamente, un rey cuyo poder parecía autocrático e incluso sanguinario, que algunos europeos reconocían que reflejaba la dureza de los tiempos. Pero la dictadura estaba lejos de ser absoluta: los ministros debían ser consultados, la tradición respetada y escuchados los dioses vodun.
Rol de la tradición en la economía Fon
El rey era en realidad respetado por sus súbditos, pues reconocían que era el guardián y receptor del que emanaban las reglas, los derechos y la justicia, pero todo ello regulado por lo que ahora entenderíamos como un legislativo, donde ancianos ministros, los que guardaban la tradición y los sacerdotes, tenían mucho que decir; por todo ello era venerado.
Muchos de sus pueblos y ciudades están construidos en el agua, a modo de palafitos y debido a esto, estos no se expresan, ni bailan o tocan los mismos tambores verticales que otros, tierra adentro tocan.
Los que viven así, en cambio, colocan grandes calabazas en el agua, de las que sacan múltiples tonos en función de la habilidad con la que las llenan o vacían.
Un conjunto de percusión, dentro o fuera del agua, se compone de varios de estos tambores, de uno u otro tipo, una campana y un cascabel.
Cada conjunto generalmente tiene un tambor principal, una campana de hierro llamada gankogui y un grupo de tambores secundarios.
El orden jerárquico del Reino de Dahomey
El orden jerárquico del Reino de Dahomey se establecía mediante un orden gerontocrático, el rey, llamado Oba, a diferencia de los ga que le llaman Manse, era el varón de más edad del clan real.
Cada hombre vivo de más edad de un linaje es la cabeza de este y tiene autoridad sobre todos los de su linaje.
El Oba se asesora en un consejo de estos ancianos y son sus guerreros los que le protegen a él y a su tierra. Se encargaba a un miembro del consejo solucionar los problemas o establecer relaciones y acuerdos con otras culturas, con las que se mantenían afinidades imponiendo lo llamado poder blando. Las mujeres quedaban supeditadas a los hombres.
No pudiendo acceder a cargos políticos, se esperaba que se dedicaran exclusivamente a la crianza de los niños y a las labores y adecuación de la casa y preparación de alimentos.
Durante las reuniones, ella debía adoptar una posición discreta, y si surgía una conversación, la mujer debería ser respetuosa, nunca iniciaría ni dirigiría una conversación con ningún miembro de alto rango de su pueblo, ni ninguna persona ajena a su cultura.
La agricultura
Caso de no haber suficiente comida, las mujeres serían las primeras en dejarse morir de hambre.
Hombres y mujeres son los únicos dos géneros reconocidos en Benín, no estando reconocida ninguna otra orientación sexual estando penada gravemente. Como más arriba se indica, los hombres son el género dominante y las mujeres se consideran subsidiarias, o incluso esclavas de los hombres.
Dado que en el pasado, la agricultura era la base de la economía, las familias y con ellas las aldeas se formaron alrededor de la tierra. Los roles de género se definieron en gran medida por las tareas asignadas a hombres y mujeres con respecto a esta labor.
Los hombres de la familia eran responsables de desbrozar la tierra, plantar y cultivar lo plantado, las mujeres desyerbarían y se encargarían de los cultivos secundarios, y ambos ayudarían a cosechar. Además de ayudar con los cultivos, se esperaba que las mujeres proporcionaran alimentos y prepararan comidas para ella, sus hijos y su esposo, y criaran a los hijos.
Bradbury 1973: 154, nos dice que:
“Debido a que estos roles eran tan firmes, se consideraba vergonzoso que un hombre atendiera sus propios cultivos secundarios, por lo que usualmente no lo hacía, incluso aunque no estuviera casado”.
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