
Todas las técnicas desarrolladas por la humanidad a lo largo de la historia y de lo que se conoce como prehistoria han sufrido una evolución diferente según la zona en la que se desarrollaban.
Pudiendo diferenciar diversas fases que no se pueden trasladar durante el mismo período a otra región.

La Metalurgia en África
Este es el caso de la metalurgia africana en la que, al contrario que sucedía en Europa, se pasó directamente de la Edad del Cobre a la Edad del Hierro, que empezó a extraerse y a tratarse entre el 600 a.C y el 600 d.C con unas técnicas muy diferentes a las utilizadas en Europa durante la misma época.
Actualmente y desde una perspectiva eurocentrista parece difícil de concebir el paso del Cobre al Hierro sin pasar antes por el Bronce.
Pero hay que tener en cuenta que en otros lugares del mundo, como es en este caso África, no existían los mismos recursos que en Europa, las mismas técnicas o incluso las mismas materias primas y en cada región la metalurgia se desarrolló de manera propia.
De esta manera, las técnicas metalúrgicas fueron evolucionando de manera más notable en Europa con el paso del tiempo mientras que, poco a poco, en África se fueron abandonando los antiguos hornos de fundición por parte de determinados pueblos.
Aunque esto no ocurrió hasta el siglo XX, pues terminó resultando poco rentable el trabajo de los herreros cuando podían obtener los mismos objetos gracias al contacto con occidente y con un menor esfuerzo.
Los Inagina
Puesto que la cadena operativa para realizar este proceso, como podemos ver en el ejemplo de los Inagina, herreros dogón, es larga, dura y costosa además de que actualmente no son muchos los que todavía recuerdan los pasos que hay que seguir y como hay que hacerlo, solo los más mayores y cuyos padres o, más bien abuelos, pudieron llegar a trabajar en estos hornos.
La primera fase tendría como escenario la mina y su objetivo sería la extracción del mineral.
La cadena operativa para la fabricación de cualquier objeto metálico es muy diferente en África y puede llegar a durar algo más de un mes aproximadamente.
Normalmente no se construyen nuevos hornos sino que se reconstruyen los hornos antiguos ya existentes pertenecientes a la comunidad.
La creación de un nuevo horno es un acontecimiento realmente extraño que solo ocurre con el nombramiento de un nuevo maestro.
Así, tomando como ejemplo a los Inagina podemos diferenciar diversas fases de la cadena operativa:
La extracción del mineral se realizaba entre los meses de enero y marzo y terminaba el día en que el sol alcanzaba a penetrar hasta el fondo de la mina y, tras este trabajo de extracción, se fabricaba el hierro.
La apertura de la mina
El primer paso es la apertura de la mina, que tiene que ser realizada por el propietario de esta con el sacrificio de un animal, inaugurando así la mina.
Este sacrificio, sin embargo, debe realizarse en un lugar alejado de la mina porque el mineral es considerado “rojo” y en la mina está prohibido todo objeto de color rojo pues, según la tradición dogón, el rojo provocará la ira del mineral que, según cuentan los nativos, se adentrará en el suelo y desaparecerá.
Ya sabemos cómo ellos conceptúan el color rojo y por qué, no nos tiene que extrañar por tanto el que tengan una serie de supersticiones al respecto.
El color rojo
El color rojo está prohibido alrededor de la mina, por ejemplo objetos de cobre o nuez de cola porque el color de uno y el jugo de la otra son rojos.
No se admite a ninguna mujer, ni en las cercanías de la mina, porque puede tener la regla, tampoco al varón que haya tenido relaciones o tan sólo corteje a una mujer porque se le supone manchado, impuro; si alguno de ellos entrase en la mina, esta corre el riesgo de hundirse.
Otra peculiar regla es que si alguien que viste una prenda roja quiere entrar, no puede bajar por ella más de tres veces su tamaño ya que ese es el límite de lo sagrado.
Otra tradición o superstición que mantienen los dogón es que los Miércoles no se extrae mineral durante todo el día ya que es el día en que los espíritus de la ‘casa del metal’, visitan las minas y los hombres temen toparse con ellos.
Si no se encuentra mineral tras diversas jornadas de búsqueda se realizan una serie de sacrificios para invocar a la suerte y, una vez encontrado el mineral, se extraen algunos bloques a la superficie sólo para examinar su calidad.
El árbol sagrado Sa
Ya que antes de extraer el mineral es necesario purificar la mina con hierba sagrada y un trozo de corteza del árbol sagrado, Sa, bajándolos hasta el fondo de la mina; una vez purificada la mina, se extrae el mineral y se sube a la superficie donde se selecciona y se lava de impurezas.
Finalmente es transportado a los hornos donde se deposita en una plataforma de roca y se cubre con escorias, plantando una barra de mijo sobre el montón para que nadie se apodere del mineral.
La segunda fase se basa en la reconstrucción y puesta a punto del viejo horno que va a ser utilizado para esta tarea, esta fase se lleva a cabo a la vez que la anterior.
En primer lugar se elige el horno, entre los viejos hornos si no hay ninguno en uso y, entonces, se realizan tareas de restauración y puesta a punto del horno.
Por respeto a los antepasados nunca se desmonta la base de un horno ya que, según la tradición, allí descansa el alma de su constructor por lo que solo se reconstruye la parte superior del mismo, cuando un maestro moría, su sucesor era el encargado de poner a punto el horno.
Reconstrucción del viejo horno
Antes de comenzar con los trabajos de reconstrucción, lo primero es realizar una serie de fórmulas rituales, probablemente, para espantar a los malos espíritus y dar gracias el primer constructor del horno, a continuación se desmonta el horno, se limpia el lugar, se despejan los vanos de las toberas y se recuperan los bloques de escoria para la construcción de un nuevo horno.
En primer lugar se recoge la arcilla que se utilizará como revestimiento del horno y se mezcla con arcilla recuperada del antiguo horno, agua y paja.
Esta mezcla se amasa y se deja reposar durante una noche, a la mañana siguiente se vuelve a amasar y se empieza a revestir el horno.
Se incrustan grandes bloques de escoria en la arcilla que poco a poco va dando forma a las paredes del horno para reforzar el caparazón de este y también se rehace la trampa que les permitía acceder a la boca del horno y, utilizando siempre la misma arcilla, sellan los bloques de gres que se habían derrumbado.
La base del horno
La base del horno es reconstruida con seis grandes aberturas en la pared en las que se encajarán las toberas y para que la chimenea quede perfecta, el diámetro de la boca no puede superar los 35 cm.
Después de numerosas horas recubriendo las paredes del horno con arcilla una y otra vez, finalmente, se termina el acabado exterior, alisando capas mucho más finas de arcilla con las manos.

Arcilla de termitero
El revestimiento y acabado interior del horno se realiza con arcilla de termitero, se trata de una arcilla especial rica en silicio, muy pura y refractaria.
Esta arcilla se mezcla con agua y paja y se colocan dos pequeñas termitas muertas en la masa.
La utilización de esta arcilla para el interior del horno es clave ya que esta arcilla no fisura y aguanta bien el calor en elevadas temperaturas.
Así, con esta mezcla se revoca el vientre del horno aunque solo puede hacerlo una persona especial, al que llaman decano, con dos capas muy finas de esta arcilla, la primera de no más de 2 cm de grosor y la segunda de unos 15 mm.
Esta arcilla, además, es utilizada para el revocado del brocal de la chimenea, el relleno de las fisuras exteriores y el labrado de las toberas.
Finalmente, el horno queda terminado tras más de dos semanas de reconstrucción y se deja secar durante unos cuatro días.
Procesos de fundición y forja
Por último, la tercera fase es la relacionada con los procesos de fundición y forja.
Para esto es necesario que el horno esté bien seco y tener una gran cantidad de mineral aunque aún se necesita el carbón que van a utilizar para la fundición por lo que el primer paso es la búsqueda de este combustible.
Ellos utilizan leña de un árbol muerto, considerado sagrado en cierto modo ya que no puede ser utilizado en la cocción de los alimentos y las mujeres no tienen derecho a cortarlo.
El carbón producido por este árbol no deja cenizas y tiene un gran poder calorífico.
La leña que cortan se transporta a un campo donde es calcinada y transformada en carbón.
El combustible
El combustible necesario para esta operación son unos 300kg de carbón, que se carga y se lleva cerca del horno, donde se descarga.
Mientras tanto se hace fuego en el horno y se quema paja en el interior que después se carga la hoguera con cepas de acacia blanca; los hombres trituran el mineral para eliminar cuerpos extraños.
De la misma manera, se confeccionan las toberas que serán selladas en las desembocaduras del horno y que son indispensables para asegurar su aireación.
Asimismo, se prepara el terreno en todo el perímetro del horno: raspan el suelo y lo limpian dejándolo libre de todo material indeseable y desmenuzan la tierra y la tamizan con una capa de polvo que mezclada con agua servirá para el sellado de las toberas.
Antes de hacer nada más, se sacrifican dos gallos a los antepasados en la zona, el gallo no debe batir las alas y su sangre no debe empapar la tierra pues es roja y no debe penetrar en ella ser borrada inmediatamente para que no perjudique a los procesos de fundición.
Después de esto, el vientre del horno se llena con varas de mijo y se enciende el fuego mientras se pronuncian las formulas rituales para crear las brasas, una vez hechas estas se tapan las embocaduras para colocar las toberas.
Las toberas
Todas las toberas tienen que estar al mismo nivel y se colocan dos toberas en cada una de las cinco embocaduras y tres en la central.
Tras arrojar hierbas secas para reavivar las llamas, se dispersan cuatro briznas de paja y cuatro trozos de carbón en honor al espíritu Bola, kru el que rige las encrucijadas y a los cuatro genios cardinales y entonces se vierte la primera carga de carbón en el horno.
Tras el vertido del último cesto se taponan los orificios de las toberas para que ningún polvo se introduzca en el horno y tapan las lumbreras con el mortero y recubren todo con la tierra polvorienta aunque poco más tarde sacan los tapones de tierra que obstruyen estos orificios.
Antes de descargar el mineral, se lanzan cuatro trozos de mineral en honor a los cuatro genios cardinales y entonces el mineral se vierte en el horno.
Además de los ritos a los cuatro dioses cardinales, se levanta una pequeña pila en equilibrio con trozos de carbón y mineral y si esta se viene abajo el proceso será firme, de nuevo esta es otra prueba más de la gran ritualización que sufre un proceso que en Europa parecería impensable tratar de esta manera.
Curiosas prescripciones
Otras curiosas prescripciones **pruebas son el hecho de que una persona cuya mujer esté embarazada no puede cargar el horno ya que sería padre dos veces y podría pasarle alguna desgracia al niño y la fundición podría salir mal.
Tampoco se puede silbar durante el trabajo pues solo el hierro tiene derecho a ello y un hombre que silba tiene un mayor riesgo de accidente y provocará que el hierro no sea de buena calidad.
Además, una persona con una yaga curada con algún bálsamo contra la inflamación tampoco puede acercarse, ni verter carbón y mineral en el horno porque se piensa que dicho bálsamo actuaria a su vez en el horno de manera perjudicial.
Durante toda la noche se verifica el estado de la combustión y cargan el horno con carbón y con mineral, también se riegan constantemente los tabiques de las toberas y a la mañana siguiente se continua aún con este proceso y además se introduce en el horno una carga de mineral recuperado que se cree que le proporcionará al hierro mayor dureza.
Esto se realiza durante toda la jornada en la que la temperatura del horno se mantiene constante.
A media tarde se vierte la última carga de mineral en el horno y casi a media noche se vierte la última de carbón y así, a plena noche, el fuego emite varios crujidos que según lo ancianos significan que el mineral estalla y se funde.
El hierro
Por la mañana el hierro se ha aglomerado en bloques y por fin se abre el horno y se mide la altura de las brasas, ya que no debe exceder la altura de la de la embocadura de las toberas.
De esta manera, el vientre del horno es regado y exhortado, las paredes son derribadas, se ataca la arcilla endurecida y se rompe y se despejan las toberas.
Sin embargo los primeros bloques extraídos son escoria y tras esta aparecen grandes bloques de metal similares a negras esponjas, pues normalmente la materia orgánica deja un vacío que toma el aire dejando esas curiosas burbujas.
Una vez obtenido el metal, se apaga finalmente el fuego y a la mañana siguiente se acude a la forja y, sobre una losa de piedra, fragmentan cada esponja de hierro para eliminar las impurezas.
Todo el hierro obtenido se calienta al rojo blanco y el gran bloque de hierro calentado al rojo blanco se extrae de la forja y se martillea sobre la losa de piedra, posteriormente se pone otra vez al fuego y se martillea de nuevo y así sucesivamente hasta que el hierro tome la forma de un sable mientras el resto del pueblo canta y danza alrededor mientras todo el proceso es llevado a cabo.
Tras horas de trabajo, se va perfilando la hoja del sable y comienza a golpearse sobre el yunque y así hasta que, por fin, se obtiene la pieza deseada.
La fabricación en la metalurgia
Como hemos podido comprobar con este ejemplo, la fabricación de un objeto metálico no solo conlleva un gran trabajo para la comunidad sino que además implica una gran inversión de tiempo y energía.
Y en estas sociedades bien puede ser necesaria para la agricultura y la ganadería (en caso de que posean) o en su defecto para la caza o incluso la recolección.
Por ello no es demasiado descabellado pensar que en África, actualmente, este trabajo haya quedado desfasado y sean solo los mayores los que recuerden cómo se llevaba a cabo o como se realizaba.
Puesto que los más jóvenes prefieren dedicar su tiempo y esfuerzo en otras cosas que pueden considerar más importantes ya que, después de todo, objetos metálicos van a conseguir igualmente gracias a su contacto con los comerciantes.
Sin embargo esto no ocurría en la Edad de los Metales en África y, quizá con ciertas modificaciones, este proceso era el utilizado por las sociedades para obtener todos y cada uno de sus artilugios y toda la comunidad se veía involucrada en el proceso.
Además cabe destacar el notable papel simbólico que hemos visto que se desarrolla a lo largo del proceso.
Las sociedades tradicionales
En todas las sociedades tradicionales la figura de un dios (o más de uno, depende de la sociedad) es la que mueve los hilos del mundo y es indiscutible el hecho de que todo poder viene de Dios y este poder es sagrado, intocable, indiscutible.
De este modo si algo sale bien es porque Dios así lo ha querido mientras que si algo sale mal es porque los hombres han hecho algo que ha enfadado al Dios y por eso no ha querido que esto saliera como debería.
Esto se ve claramente en el ejemplo de los Inagina donde siempre se busca no ofender a dios ni a los ancestros implicados, hacerles ofrendas y sacrificios y buscar siempre, de alguna manera, su bendición.
Para que el proceso metalúrgico salga bien y no haya mayores problemas cosa que, probablemente se haya estando llevando a cabo desde el principio de esta técnica, quizá con distintos dioses, distintos ritos o distintos sacrificios pero con la misma finalidad.
Otra de las cosas que me parece destacable es el papel prácticamente nulo de la mujer en estos trabajos, ya sea el de recoger el mineral, el de reconstruir el horno o el de la fundición y forja con todos los procesos que ellos conllevan y, además, incluso tienen prohibido por ciertas creencias acercarse al lugar en el cual se desarrollan estas actividades.
Esto puede haber sido así desde un principio o puede haber ido creciendo a lo largo del tiempo junto con la evolución de las creencias de estas sociedades.
Rol de la mujer
Pues, en un principio, todas estas sociedades adoraban a las diosas madres por lo que, en cierta manera, tenían a la mujer en alta estima aunque fuera solo por su papel reproductor y dador de vida mientras que con los Inagina se ve que la mujer queda relegada a ciertas actividades, más características de las mujeres como pueden ser la cocina o el cuidado de los niños.
Todo esto, para una sociedad más moderna e industrializada como la nuestra, parece algo oscuro y sin sentido pues en nuestra sociedad se busca principalmente racionalizar todos y cada uno de los motivos por los que suceden unas cosas u otras.
Si algo sale mal se busca el motivo para intentar hacerlo bien la próxima vez, no hacer un sacrificio a un dios para que nos ayude a que salga bien y, si algo sale bien, se intenta repetir esto para que los aciertos sean mayores que los errores.
No cabe duda, tras ver estos ejemplos, que la evolución cultural a lo largo del tiempo no sigue el mismo patrón por todo el planeta y hay áreas más y menos desarrolladas aunque no hay que olvidar que estas últimas pueden ayudarnos de manera etnológica y etnográfica a entender sociedades pasadas de las cuales apenas si tenemos más datos que los que nos ofrece el registro arqueológico. **********

Los primeros bronces africanos
Como he comentado anteriormente, los primeros bronces africanos llegados a Europa a principios del siglo XX, descubiertos en el transcurso de las obras del primer ferrocarril, y puestos en valor por Bernard Fagg, hicieron pensar durante muchos años que se había descubierto la ubicación de la ciudad perdida de la Atlantida y durante decenios se exhibieron como tales.
No se daba crédito a que los africanos fueran capaces de hacer fundiciones a la cera perdida del nivel que se exhibía. Indiscutiblemente fueron y son unos maestros en este medio.
Sea cual sea la zona y desde tiempo inmemorial, sus obras reflejan una maestría técnica que deslumbra.
De igual manera que fabrican objetos de prestigio o regalías de reyes o jefes, se ponen a fabricar útiles de uso cotidiano que perduren en el tiempo, como por ejemplo lo que se tomó durante largo tiempo como ampulosos adornos o temibles armas.
El africano no puede, como el resto del mundo tribal, acarrear nada en las manos dado lo abrupto de los terrenos donde se desenvuelven. Necesita llevar las manos lo más libres posibles, por lo que acarrea colgado o sujeto al cuerpo todo aquello que cree necesitar.
Por ejemplo el dinero o sus monedas de cambio, por eso todo lo que a nosotros nos parecen adornos, abalorios o cuchillos, no dejan de ser sus monedas.
Los pendientes, collares, brazaletes, manillas o tobilleras y cuchillos de formas aterradoras, por ejemplo.
Todo ello y sobre todo en la zona de influencia de los grandes ríos, son monedas.
La influencia económica
Es tal la influencia económica que se mueve alrededor de este sistema de cambio, que los portugueses, esos primeros europeos que llegan al continente africano en el transcurso del siglo XIV, adaptándose a las costumbres y normas de cada región africana, distribuyen estos artículos y sobre todo las manillas, que ya en el siglo XVII se fabrican en Inglaterra, gran aliado de Portugal; eso sí copiando miméticamente el estilo y con el metal proveniente de la zona.
Con ella inundan África y sus mercados, llegando a tal punto que ya durante la 1ª gran guerra contribuye fundamentalmente a que Inglaterra, asentada sobre enormes recursos de materias primas en la zona de la actual Nigeria, mientras que Alemania sobre abruptos terrenos de la zona norte de Camerún, influya definitivamente en el desenlace del conflicto, según los expertos.
Ya en la 2º Guerra Mundial, desde los tremendos y épicos combates de Erwin Rommel por Alemania y de Bernard Montgomery por Inglaterra, desarrollados en la zona norte y por la zona desértica del actual Sudán.
Intentado cortar las líneas de suministro, mientras que en los países negroafricanos de centro y sur África se atenían a una ‘entente cordiale’ porque ambos necesitaban no estorbarse, para poder abastecerse de las materias primas, metales y minerales necesarios para suministrar a las fabricas, dado que la guerra en Europa imposibilitaba la extracción de ni tan siquiera, una piedra de carbón.
Materias primas africanas
Citan historiadores, que el bombardeo que sufre Londres en la 2ª guerra mundial con las famosas V1 y V2 sobre Londres, tenían como intención el destruir y parece que lo consiguen, la fábrica de estas manillas-monedas, situada en Birmingan, para cortar el suministro de esas materias primas procedente de África, mas que destruir en sí la ciudad.
Tras la independencia de Nigeria y ya en la década de los 90, se hace un intercambio de esas manillas provenientes de Inglaterra, de las que esta recopila 36.000.000 de uds., para retirarlas sustituyéndolas por la libra esterlina.
Desde el siglo XV hasta el siglo XX y a lo largo de toda la costa de Guinea con sus países adyacentes, estas pulseras como formato, se utilizaron como moneda o dinero.
Estaban realizadas en el llamado bronce africano y su clara intención era la de comprar exclusivamente seres vivos, fueran esclavos, ganado o una novia.
La palabra manilla deriva de la contracción de las palabras portuguesas mao anilho,
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