
La Sociedad Sandogo es el Poro femenino, o este, el masculino de esta, pues ninguno prevalece sobre el otro sino que se complementan.
La adivinación, que está gobernada por la sociedad Sandogo, también es una parte importante de la religión senufo. Aunque Sandogo se suele considerar algo netamente femenino y tiene tratamiento como tal.

La Sociedad Sandogo
Tanto la sociedad Poro como la Sandogo, tienen por cometido, el bienestar físico y espiritual de cada comunidad senufo.
Aunque la adivinación en el norte de Costa de Marfil está más a menudo asociada con las mujeres de la sociedad Sandogo, no todos los adivinos son o tienen que ser miembros de alguna organización.
Los miembros de más edad del Poro u otros hombres facultados, también pueden dedicarse a realizar prácticas de adivinación.
Las esculturas, Deblé Mas daas y Madebelé normalmente dos, sobre altares de adivinación reflejan el estado, el prestigio de sus propietarios y la habilidad del tallista y apelan a intermediarios espirituales.
Normalmente emparejadas, como decimos más arriba, las figuras, representación del espíritu, de menor tamaño, o ndebele, en singular ndeo, quedan en altares o habitáculos.
Diferenciándose de las más altas, pombibele, singular pombia, esculturas que los miembros del Poro llevan en procesión al lugar sacralizado, situado en un patio o explanada central.
Los espíritus de adivinación y las esculturas
Según la altura de ese par de esculturas, se sugiere la antigüedad de pertenencia del miembro del sandogo o poro que las posee.
Los espíritus de adivinación y las esculturas creadas para ellos, son conocidas como ndebele, madebele, o tugubele, singular ndeo, madeo, y tugu, según los varios dialectos senufo usados en el norte de Costa de Marfil, sudeste de Malí, y sudoeste de Burkina Faso.
La gente comúnmente asocia elementos de la naturaleza con espíritus adivinatorios como ríos, árboles, y lugares ocultos más allá de los límites del poblado.
Ellos conciben a los espíritus de la naturaleza como seres antropomorfos con los pies invertidos señalando hacia atrás, e invisibles, salvo ocasiones excepcionales, al ojo humano.
Según estas creencias, los espíritus de la naturaleza pueden ayudar al poblado para mantener la buena salud de sus habitantes, alcanzar el éxito, y desarrollar relaciones satisfactorias con amigos y familia.
Por el contrario, los espíritus, también pueden ser imputados de la responsabilidad por la enfermedad contraída de la gente o cualquier otra dificultad o desgracia, siendo por tanto considerados como ambivalentes.
Por tanto son tan venerados como temidos y vilipendiados. Son a su vez cazadores y agricultores.
Nuevos adivinos djenebele
A mediados del siglo veinte, se adquiría la pertenencia como adivino sando simplemente por línea materna. Pero sólo pocos miembros escogidos estudiaron la adivinación.
Muchos de estos nuevos adivinos djenebele adquirían primero esculturas en miniatura metálicas en forma de gemelos figurados o más pequeñas estatuillas de latón o bronce por su portabilidad y menor coste, comparadas con las más grandes de madera.
Las médicos y curanderas sin embargo, sí encargaban esculturas de madera tarde o temprano, buscando más prestigio y notoriedad para sus espacios de consulta.
Los adivinos en las comunidades Senufo
Los adivinos, mujeres u hombres de las comunidades senufo, también en otras partes de África Occidental, emplean una gama de artes y técnicas ya establecidas como liturgia. Reciben a sus clientes en espacios de consulta íntimos, pequeños; alumbrados sólo por la luz del sol que entra por el marco de la puerta abierta, rodeados de esculturas de madera y metálicas, cerámica, textiles, y bajorrelieves de tierra, a menudo dominando los espacios cerrados.
Sus primeras palabras actúan como llamada de atención para los espíritus de la naturaleza. La o el adivino se sienta al lado o frente al cliente y tras una serie de preguntas para determinar la razón de la visita es cuando pasa a presentar a los espíritus.
Identificada la fuente de las preocupaciones, el adivino coge y sostiene una de las manos del cliente y hace de intérprete entre ambos.
Finalizando la consulta el cliente recibe prescripciones medicinales e instrucciones detalladas para ofrendar y agradecer a los espíritus implicados.
El adivino también aconseja que el cliente obtenga un amuleto específico o una escultura concreta. Siendo lo más común recomendar torques, pendientes, pulseras, brazaletes o tobilleras, donde destacan cocodrilos, camaleones, tortugas u otros animales considerados intermediarios entre lo humano y el reino de los espíritus.
Yawiige los ornamentos, en algunas lenguas senufo, según se cree ayudan a apaciguar a los espíritus según los deseos revelados por la adivinación. Los adivinos mismos adquieren ornamentos similares de artistas de la región para manejar sus propias relaciones con los espíritus de la naturaleza.
La adivinación en la expresión artística
La adivinación es por tanto, la base de la creación de muchas formas de expresión artística entre los senufo y otras comunidades de África Occidental. Los adivinos invierten dinero en las artes para promover relaciones personales con el mundo de espíritu y realzar la comunicación entre los espíritus de la naturaleza y la gente.
Ellos y sus clientes buscan trabajos en madera, metal u otros materiales considerados místico-artísticos para llegar a comprender bien las causas de las alteraciones de sus vidas y la trascendencia con el más allá.
*Ver más adelante las Yawiiges del Metmuseum. Fotos 1978.412.498 y 1986.478.29
Durante el siglo XX, se definió el poro o lô, por quienes llegaron de fuera como una asociación de iniciación de edad, común a todas las comunidades senufo de África Occidental.
Las comunidades senufo de África Occidental
También atribuyeron gran parte de la producción artística de la región a esta institución. Basándose principalmente en observaciones hechas en áreas del norte de Costa de Marfil, eruditos, administradores coloniales y misioneros, enfatizaron que los niños senufo de diferentes linajes pasaron por una serie de etapas de iniciación antes de convertirse en ancianos respetados en sus comunidades.
En consecuencia, los jóvenes iniciados pasaban semanas e incluso meses juntos, aislados en bosques sagrados donde se les inculcaban determinadas habilidades vivenciales y la base intelectual para estar preparados para la edad adulta.
El aspecto femenino de la deidad suprema
Los miembros mayores del poro se encargaban de instruir a los iniciados sobre esos conocimientos y en el del poro, aquello que requiere la ‘madre ancestral’, una especie de compromiso social que aúna en bien de la comunidad, el aspecto femenino de la deidad suprema y del protector de los iniciados del poro.
Como resultado de tales iniciaciones locales, los miembros de poro forjaron fuertes conexiones en su comunidad y con aquellas que compartían linaje. Aprendieron cómo cumplir con las obligaciones sociales, trabajar con sus compañeros y respetar a sus mayores.
A pesar de su presunto carácter uniforme y de su estrecha relación con la cultura senufo, el poro y las artes vinculadas a la asociación muestran sorprendentes variaciones formales y funcionales.
Parece cierto que tal diversidad artística presumiblemente reforzó las identidades, pero se fue prefiriendo a determinados artistas que se movían, reclamados por comunidades más grandes, aunque muchos de sus nombres y obras no se hayan registrado o conozcan, aunque sus obras se exhiban en museos y colecciones privadas.
Esculturas y máscaras del Poro Senufo
Los expertos han ido identificado una serie de máscaras y esculturas con vínculos a las asociaciones del poro senufo desde el siglo XIX.
En algunas comunidades, los iniciados del poro prohibieron que cualquiera no iniciado, fueran hombres, mujeres o niños, a que vieran las imágenes, una regla común a otras asociaciones similares de África Occidental.
Estas obras y todo aquello relacionado con ellas, ofrecen expresiones únicas del compromiso de artistas y mecenas con los objetivos pretendidos, como valorar el esfuerzo, reafirmar las relaciones comunitarias y honrar a los difuntos.
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