
Las máscaras Karou, o de luna creciente, se utilizan preferentemente en los ritos funerarios. Tallada de una pieza en madera, vemos en la parte superior una media luna como se ve habitualmente en esas zonas de África en las noches más calurosas. Va asentada sobre una cara ovalada, e incorpara unos ocelos incisos y coloreados de diverso tamaño divididos por un punto de fuga que en conjunto parece indicar la forma de una mariposa nocturna volando.
La cabeza muestra la frente dividida por una cresta sagital que busca un punto de inflexión donde se corta y une al puente de la nariz, mostrando claramente un perfil humanizado.

Exhibida en el Metropolitan Museum of Art. NY |
Las máscaras Karou
El plano frontal se equilibra con dos salientes orejas trapezoidales que juegan con la hoquedad que dejan dos enormes ojos perfectamente cilíndricos y que retallados muestran con elegancia surcos que dan caracteres a los parpados y a una inexistente pupila. Por abajo se remata con una barba que naciendo de una bien estructurada boca, en la que sobresale la lengua, aporta solidez al conjunto a la par que la sensatez que se busca con esa alegórica barba. En las sienes aparecen estrías verticales similares a escaras, así como otras en las mejillas en uve, todas incisas y coloreadas en blanco, negro y hematita. Una cuerda hilvanada entre los agujeros que la circundan por atrás, nos informa que alguna vez sujetó un traje.
En su fúnebre función, bailan en honor del personaje importante de la familia recién fallecido, representando a los espiritus predecesores que dan la bienvenida e indicando el camino adecuado al mundo de los espíritus.
Solo se conocen con esta tres ejemplares.
Los Marká Dafing
Como en cualquier parte en que se procesione, tal manifestación tuvo como origen un relato o mito, y aquí, en Burkina ente los Marká Dafing, no podría ser de otro modo, y este nos lo cuéntala experta Domba Blegna:
“Una mujer que recogía leña en el bosque encontró una olla con pequeños objetos de hierro, incluido uno con forma de media luna. Asustada por lo que había descubierto, se dispuso a irse, cuando oyó una voz que le decía que regresara a su aldea pero con lo encontrado. Ella lo llevó a un adivino, que le aventuró que aquello era promesa de Dios de grandes dones y fortuna si se hacía una representación que lo recordara. Instruyó a la mujer y su familia para que encargaran una máscara con una media luna, pues al igual que el hiero, esta era prueba de su origen celestial”.
Funerales
Chistopher D.Roy nos cuenta:
“En febrero de 1983 se celebro en el pueblo Bwa de Banu, cerca de Bagassi, el funeral de un anciano varón de una familia Marka Dafing llamado Tamani, La familia Tamani en Banu había sido fundada por un emigrante del pueblo Marka Dafing de Mana, a unos 10 kilómetros al norte. Como honras al anciano fundador, cuatro máscaras de hoja y dos máscaras de madera llegadas de Mana participaron en el funeral en honor al fallecido y propiciar el viaje de su espíritu a la tierra de los antepasados.
Amaneciendo el dia, las mascaras de hojas salieron del bosque profundo dirigiéndose a la aldea. Cada máscara hacia su aparición dentro de la aldea tras la llamada de los tambores, siendo recibida por los hombres de su clan, que se situaban tras de ella frente a los músicos, antes de posicionarse delante de la entrada de la residencia del muerto.
Cuando todos ya estaban dispuestos, los músicos entraron en el recinto, donde seguidos por las máscaras de hoja y los miembros de la familia Tamani, dieron tres vueltas completas a la residencia antes de detenerse en la tumba del muerto, situada en un rincón del patio.
La familia Tamani
Cada máscara bailó a su vez en la tumba antes de que todos salieran de los límites de la residencia al exterior, donde actuaron en una zona habilitada frente a la casa de Tamani. Un gran tazón de harina de mijo y agua mezclada con miel se había colocado debajo de un árbol cerca de la zona de actuación, y durante la danza de máscaras varios muchachos jóvenes, así como los miembros mayores de la familia Tamani, consumieron esta ofrenda, cuyo objetivo estribaba en, anímicamente, alimentar el espíritu en su viaje.
A última hora de la tarde, las dos máscaras de madera salieron de un pajar en el centro de la aldea, repitiendo la liturgia de las máscaras de hojas. Una de ellas, llamada Bamba, representaba un cocodrilo enmarcado por cuernos curvos, la otra representaba a Ghu, el antilope, ambas, efectuaron sus danzas en el patio y ante la tumba de la persona fallecida. Los danzantes vestian trajes confeccionados con fibras de Kenaf que al igual que las máscaras, estaban teñidos con anilinas rojas y negras. Abriendo la marcha la máscara de antílope, una larga procesión se abría paso por el pueblo para bailar ante la tumba del muerto.
Cerrando la comitiva tras ellos y portando una fotografía del muerto, iba el hijo mayor del fallecido, que sosteniendo la fotografía enmarcada de su padre quería recordarle en un último adiós, como un joven esposo rodeado de sus mujeres e hijos. Justo antes de la puesta del sol, las máscaras de madera iniciaron la vuelta por el pedregoso camino, retornando hacia su pueblo natal de Mana, poniendo punto final a las ceremonias”.
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