
Los Dassanech o Daasanech, son de entre los del Omo uno de los pueblos más numerosos con cerca de ochentamil personas, y tal vez el más pobre. Viven en la Región del Omo Sur, en el sudeste de Etiopía junto al río Kibish y al norte del lago Turkana. Entre quince y veinte mil más, viven al otro lado de la frontera, en Kenia donde se les conoce como Marille o Geleba.
Escaras de los Dassanech o Daasanech
Su pueblo lo componen ocho clanes principales: los Inkabelo, el mayor, más numeroso y rico al poseer más ganado y fuerza para defenderlo; viven a ambos lados del Omo y su delta, junto a los minoritarios, Oro, KuOro y Riele. Los Randal y Elele viven al noroeste.
Los Inkoria y Ngaritch al nordeste del lago Turkana. Los Kenyan o keniatas, en las orillas que el Turkana tiene en ese país. Los Inkabelo e Inkoria, parece que proceden de los Pokot o Nyupe del oeste de Kenia que a su vez habrían asimilado a los Ngaritch, que a su vez parece provienen de los Murle o los Oro.
Estos últimos parece que aportaron el actual idioma común Dassanech. Los Riele parecen tener ascendencia Borana y ser los últimos en integrarse al grupo.
Los Randal están relacionados con los Rendille del norte de Kenia, y los Koro parece que con los Maasai del oeste del lago Turkana.
Son animistas y por encima de todas las cosas, como todos los pueblos de la región, aman sus vacas, y a la par crían cabras, por lo que se declaran pastores, aunque la endémica tsé tsé les ha obligado a dedicarse a la agricultura cultivando sorgo, maíz, calabazas y habichuelas, siendo desde hace tiempo su base alimentaria.
Los Turkana y Gabra
Suelen preparar razias contra cualquiera que se cruce en su camino, aunque son más habituales contra los Turkana y Gabra, sus vecinos, que a su vez también les acechan.
A excepción de los KuOro y Oro, a los que permiten pastorear por todo el territorio Dassanech, los demás mantienen y controlan un territorio propio. La zona es muy árida, con precipitaciones inferiores a los 400 mm. Las mujeres se ocupan de cultivar la tierra mientras los hombes pastorean los rebaños.
Al acabar las lluvias y buscando pastos no les queda otro recurso que dirigir su ganado al controvertido Triangulo de Ilemi donde a su vez acuden entre otros, los Nyangatom, los Turkana de Kenia y los Didinga y Toposa de Sudán del Sur, manteniendo todos entre sí constantes escaramuzas.
Como casi todos los pueblos de la zona, los Dassanech construyen sus viviendas con ramas que cubren con capas de papiros extraidos de los ríos, puestos previamente a secar.
Su atractiva y curiosa manera de utilizar desechos como chapas o armis de antiguos relojes de pulsera como ornamentación capilar, les ha hecho enormemente populares.
Las escaras de los Dassanech

Foto de Isabel Muñoz |
En esta foto de Isabel Muñoz, me parece que no se necesita mucha imaginación, por si acaso entrecierren los ojos, para ver en las escaras de este Dassanech, la cabeza de una vaca, con los ojos en las tetillas y los cuernos sobre los hombros rodeando el cuello.
Podría decirse que son escaras como las de los Nyangatóm, sí, realmente idénticas, como las de este otro hombre que vemos a continuación, aunque este ha debido tener demasiadas peleas y no le ha quedado tan lucido el patrón como al anterior.

Así como son fundamentales para sus vecinos Nyangatom, no es fácil encontrar escaras en los Dassanech, más dados a ensartarse elementos como chapas y otros adminículos desechados por el blanco en su ensortijado cabello, pero alguna más veremos en los apartados de la cara y la espalda.
Escara ventral de los Dassanech
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Escara ventral

foto de Jimmy Nelson |
En esta hermosa foto de Jimmy Nelson, no se aprecia bien, ni aún ampliándola, la escara que presenta la muchacha central alrededor del ombligo, lo que demuestra que aunque no especialmente, las mujeres Dassanech sí se las hacen en alguna ocasión, como apreciamos en el hombro de la muchacha de la foto de más abajo.

Muchachas Dassanech |
Aunque cada vez con más repulsa, se sigue circuncidando a los niños y mutilando a las niñas, cada vez con mayor oposición de las mujeres.
La solución aquí resulta difícil dado que el Dimi, la ceremonia de ablación de las niñas, que realizan las mujeres más hábiles, conlleva un importante cambio del estatus social de sus padres.
El Dimi
El Dimi, se celebra anualmente y no es la niña, sino su padre, quien se lleva el protagonismo, sobre todo si es la hija mayor y ya ha alcanzado entre los ocho o diez años, pues tras el Dimi, o ceremonia ritual, pasará a tener un puesto entre los responsables de la comunidad.
El ritual, por el que pueden pasar las niñas que hayan cumplido los ocho años, dura alrededor de seis semanas, y los padres de estas niñas, donan una cantidad importante de ganado para ser repartido y consumido entre todos los miembros de la comunidad.
Tras haber curado de sus heridas, a las niñas les dan a beber leche agria y la madre le pone uno de sus collares y se le entrega su primera falda de cuero, indicando que ya pertenece al mundo de los adultos.
Mundo que los primeros días resulta atractivo, pero que al poco conlleva obligaciones, como hacerse cargo de sus hermanos más pequeños, aunque eso tampoco deja de tener su lado divertido.

Como hemos visto se casan muy jóvenes y los hombres pueden tener hasta diez mujeres.
Los hombres también utilizan arcilla, manteca y y plumas en sus peinados. Lleban taparrabos y se adornan con bisutería de plástico. Muchos de ellos se hacen escarificaciones para distinguirse como guerreros.
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