
Iniciando la ceremonia vudú en Benin

Luces y sombras del vudú
No todo es santificable en cualquier religión. Y aceptando los valores sociales y éticos que encierran, todas, el vudú también, tienen lados oscuros. Veamos los dos principales.
Lo sagrado y la violencia
Algunos estudiosos del vudú, lo definen como ‘dictadura de lo sagrado’, al observar determinadas prácticas en sus manifestaciones culturales y conductas morales.
Lo sagrado
Lo sagrado es por lo general, lo que nos supera y en lo que en última instancia, depositamos nuestra confianza, lo que somos y tenemos, para que nos proteja y asegure la supervivencia.
Esto encierra de por sí la idea de por qué se consideraba sagrados a los soberanos, a los que incluso llegaba a deificarse.
En el caso del vudú, lo sagrado asume niveles aún más aterradores.
A veces, determinado vudú puede buscar venganza. Otro matar. Y otro requerir un sacrificio humano.
Quien haya logrado esclavizar a un vudú para sí, previó beneplácito del pueblo, y se encuentre socialmente aislado por ello, se olvida fácilmente la gente que es alguien que habla en nombre de la divinidad.
La violencia en el vudú
Por tanto, ejercer la violencia se convierte en algo normal y sagrado, sobre todo en la medida en que las represalias ejemplares se suelen solicitar para disuadir a aquellos que pudieran estar tentados de preguntar por qué.
Esta violencia se manifiesta tanto en la mística austeridad conventual como a nivel de las prácticas ocultas complementarias.
Lo que a veces se pone de manifiesto en sus actos culturales, incluso en los folclóricos.
Frente a esta violencia las posibilidades humanas quedan totalmente indefensas.
A veces se designan individuos susceptibles del sacrificio en los mismos conventos.
A la llegada del cristianismo, las autoridades de las Iglesias cristianas, mantuvieron tensas disputas con los sacerdotes principales vudú de conventos, que se judicializaron administrativamente, dados los múltiples secuestros de catecúmenos.
En comparación con los casos de violencia física, la dimensión oculta del vudú es aún más aterradora.
Vudú magia y brujeria

Con la funcionalidad que del vudú se ha descrito anteriormente, se podría decir que es simplemente una religión naturalista.
Sin embargo, todo el poder del fenómeno se basa en dos realidades meta-racionales, la magia y la hechicería. Son estos los que le confieren su poder, la viabilidad de sus estructuras jerárquicas y de su crédito con el pueblo.
Es un universo complejo al que no se puede penetrar y salir indemne. Lo que es aún peor es el uso maléfico que se hace de su poder.
Bô y Azé
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Bô y Azé
Las palabras clave son Bô, encantamiento, y Azé, brujería. El primero se supone que protegerá de maleficios.
Pero el que sabe cómo hacer el antídoto también ha conocido el veneno…
Así el Bô también puede lanzarse contra alguien como un maleficio, o Ë bo’é.
En cuanto a Azé, parece que debe haber también un conjuro de protección denominada magia blanca.
Pero no hay nada más peligroso que este mundo inescrutable donde el mal toma la forma del bien e impone un código de conducta.
Es precisamente esta connivencia entre el vudú y estos círculos esotéricos dañinos que encuentran en la incultura su caldo de cultivo, dado que en el vudú los rituales de culto están ampliamente mezclados con los culturales.
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