
Los kongo en momentos puntuales tuvieron que pedir ayuda a Portugal para defenderse de un pueblo de guerreros, los ‘espartanos negros’ para muchos, que les atacaban sin respiro: eran los llamados jagga, que muchos estudiosos, no sé yo si con razón, ven como antepasados de los actuales yaka, precisaremos esto más adelante.
Asimismo, como de los teke, yaka, n’kanu, suku y resto de pueblos que componen este heterogéneo grupo de los que en su apartado correspondiente hablaremos uno por uno.
Hablaremos de todo, también por tanto en lo referente al arte, pero en mi opinión, que no todo el mundo comparte, como en nada influyeron en las obras kongo, tal vez sí a la inversa, nada expondré aquí referente a ellas.

El Min’kisi o el N’kisi
Indiscutiblemente, si hay obras que sorprenden por encima de cualquiera otras de África, son las Min’kisi, en singular N’kisi. Literalmente esta palabra viene a significar ‘hechizo’ o ‘medicina de dios’.
Y hace referencia al espíritu que se acomoda en la escultura, sea esta de carácter privado o familiar. Realmente para ellos*14 un n’kisi, puede ser cualquier cosa, una concha, piedra, o cualquier objeto consagrado por un mago o hechicero y que tras esto sirva como receptáculo a un espíritu.
* Nota 14: Hasta aquí algo muy concreto pero hay que volver a recordar la enorme cantidad de subgrupos que integran el Reino Kongo y que cada uno tiene sus particularidades. Hablamos de los Bwenda, Kongo, Solongo, Sundi, Vili, Woyo o Yombe por ejemplo y entre otros. Por eso, este trabajo no pretende ser dogmático y ni tan siquiera ir mucho más allá del centenar de páginas entre todos sus ámbitos, fotos aparte, pretende sólo mostrar lo más relevante y genérico, aunque sí intentando aclarar lo más posible las utilidades y funciones de este tipo de tallas. |
El primer N’kisi en la mitología Kongo
aunque sí intentando aclarar lo más posible las utilidades y funciones de este tipo de tallas.
En sus mitos, el primer N’kisi, llegó de la mano de Nzambi, dios, que le dio el nombre de Funza. Él fue encargado por dios para diseminar por el territorio un gran número de min’kisi, a los que había dotado de poderes especiales, pues eran los prototipos y únicos no hechos por mano del hombre.
Los posteriores min’kisi, ya mano del hombre, requerían del aval de uno de los precedentes, que propiciara que el espíritu se albergara en él, además de en las aguas.
El cedente se debía desconsagrar para no confundir al espíritu. Dotados de poderes específicos, los min’kisi ahora se tiende a dividir y ordenar en función de la utilidad concreta que se les atribuye, añadiendo a su genérico el adjetivo que le define.
Los misioneros y colonizadores
La función de estas figuras ha sido bastante desconocida fuera de África.
Los misioneros y colonizadores no los consentían, persiguiendo con destino a la hoguera a cuantos encontraban, desinteresándose por su utilidad y tan sólo motivados por el temor supersticioso que les producían. Eran Kindoki, brujería.
Bastantes más de lo que pueda creerse, fueron introducidos por los numerosos misioneros en sus casas matrices, para mostrar como testimonio impactante a qué se enfrentaban y la idea de que quien los viera, contribuyera al mantenimiento y cuidado de aquellos seres tan necesitados de ser redimidos.
Ocultarlos, acrecentaba curiosidad y morbo, de manera que se esperaba que a quien se le permitía verlos se mostrara generoso. Esta faceta puesta en marcha, impedía que se pudieran investigar o documentar estas piezas permaneciendo en secreto durante siglos hasta que los etnólogos los mostraron públicamente.
Incluso después, se pensaba que ocultaban un cierto poder real del que había que protegerse, la superstición no era, ni es, solo cosa de africanos.
Que signifie pour nous L’Afrique
Leo Frobenius en su ‘Que signifie pour nous L’Afrique? Ed. Toguna p, 14’, llegó a asegurar que los fetiches eran un invento de los europeos y por la misma lógica, invento era también la pretendida adoración hacia estos por los africanos:
“América necesitaba esclavos y África se los ofrecía: ¡cientos, miles de cargamentos llenos de esclavos! Sin embargo la trata negrera no fue nunca un asunto fácil y necesitaba de una justificación; de forma que se convirtió al ‘negro’ en un medio animal, en una mercancía.
Y así es como se inventó la noción de fetiche, para convertirlo en símbolo de una religión africana. ¡Con marca de fábrica europea! Por mi parte nunca he visto en ninguna parte del África Negra adorar a los fetiches. La idea del ‘negro bárbaro’ es un invento europeo cuya repercusión ha dominado Europa hasta principios de siglo. Si por casualidad se encontraban entre los indígenas de estas regiones occidentales, esculturas, estatuillas, representaciones de animales o máscaras, inmediatamente se las clasificaba como ‘fetiches’ o se las consideraba ‘el ojo bárbaro del diablo”.
Charles de Brosses
Y si bien parece que ahora se coincide ‘casi en todo’ con Frobenius, no siempre ha sido así, sigue habiendo quien no lo comparte, como antes no lo hicieron otros.
En 1760 Charles de Brosses, 1709 a 1777, historiador y presidente del parlamento francés, presenta su libro ‘Culto a los dioses fetiches’, al que a su conocimiento y experiencia suma datos de portugueses y franceses en el que transcribe:
“Los negros de la costa occidental de África tienen unas estatuillas que los europeos portugueses denominan como fetiches, estos fetiches divinos no dejan de ser objetos vulgares y mundanos que una nación o alguien elige arbitrariamente y permite que sus sacerdotes los consagren: se trata de un árbol, una montaña, un mar, un trozo de madera, la cola de un león, un guijarro, una concha, lascas de sal, un pez, una planta, una flor: un animal de un determinado genero como una vaca, una cabra, un elefante, una oveja: en realidad todo lo que uno pueda imaginar. Todo ellos son dioses para los negros que les dedican un estricto y sagrado culto, juran en su nombre, les presentan ofrendas, les llevan en procesión, si es posible los glorifican y acuden a ellos en busca de consejo…”
La adoración de estos objetos sagrados
Según De Brosses, más tarde otros lo reafirman, el negro no separa el espíritu del objeto en sí mismo, para él ambos forman un todo, el fetiche.
Se pensó que la base para la adoración de estos objetos sagrados, descansaba sobre la convicción de que todo lo que no había visto antes le asustaba, y provocaba temor en el alma de este ‘hombre primitivo’, que no era capaz de distinguir racionalmente entre causa y efecto y por tanto consideraba a unos determinados objetos dotados de poderes, a los que conjuraba y presentaba ofrendas, antes de tener que enfrentarse a sus hechos. Se consideraba a los pueblos colonizados como ‘absurdos fetichistas amorales que rezaban a árboles, animales y piedras’.
Exploradores, misioneros y colonos, que en el mejor de los casos tenían una mera y superficial impresión de las culturas africanas, lo consideraron de tal modo, que metieron el fetichismo en el mismo saco que a la brujería y la superstición. Lo que se utilizó sin criterio para cualquier objeto que pareciera tener alguna relación con concepciones y prácticas mágicas o de culto.
Estatuas Min’kisi o el N’kisi
Estas estatuas no eran meras figuras destinadas a ser contempladas sino que en manos del nganga, y por su mediación, debían actuar para que los seres del más allá pudieran intervenir protegiendo o perjudicando, indistintamente, dado que estas potencias ocultas no conocen del bien ni el mal, sino que era función del nganga encauzarlas para que llevaran a cabo el propósito buscado por sus demandantes, como combatir a un brujo, sanar a un enfermo, esclarecer un crimen, favorecer la caza, la cosecha o procurar un buen alumbramiento.
Predispuestas siempre ante la llamada del hechicero, a solucionar todo aquel conflicto social o místico a los que se pueda enfrentar uno o todos los miembros de una colectividad, en su deambular por el mundo que pisan.
Todo pues, era discernimiento y quedaba en manos del nganga, que a su vez debía ser y demostrar su buen hacer, quedando sujeto a posibles denuncias de brujería, kindoki, por las que podía ser tachado de practicarla y que si se confirmaba podía ser condenado a muerte en la hoguera.
Familia Baffala, del pueblo Mongo, junto a un N’kisi N’kondi Mangaala, en una foto del belga Gastón Daniel de 1912 | El mismo N’kisi N’kondi Mangaala, del grupo Yombe, región del rio Chiloango, depositado en el Tervuren, Royal Museum of Central África. |
Tallas de madera antropo o zoomorfas
Estas tallas de madera antropo o zoomorfas extendidas por la costa del Loango y el Congo se caracterizan por estar cubiertas de todo tipo de objetos, sobre todo diverso tipo de hierros punzantes insertados u otros diversos accesorios.
En cavidades ventrales o dorsales guardan la ‘medicina’ o bilongo, consistente en materias orgánicas como pelo uñas u otro residuo humano, kalazima o carbón, tondo o setas alucinógenas, luyala fruta raíces o restos vegetales del bosque, con tierra de tumbas o arena del cauce del rio, todo a discreción del nganga y para la función concreta del n’kisi, ligado todo ello con cualquier otro tipo de sustancia como tejido, plumas, resina, cera o arcilla.
Trozos de marfil, espejo, metal brillante o conchas, caurís, sirven para cerrar las cavidades o dar forma a los ojos.
El escultor solía prestar atención exclusivamente al rostro dejando el cuerpo predispuesto a ser recubierto con estos otros elementos, desapareciendo incluso el sexo, aunque esto podía ser porque o nunca se talló o casi seguro por mor del celo de algún misionero.
Es plausible la idea de que a estas imágenes se les incorporan clavos y restos metálicos, adoptando la idea tras la llegada en el siglo XV de los misioneros que ensalzaban las historias de los mártires y más concretamente de san Bartolomé o San Sebastián. Estas figuras no son relicarios, ni tienen parecido ni son reflejo de antepasados, ni guardan o contienen restos de huesos o cráneos, aunque en alguna ocasión se las haya tratado como tales.
Los hechiceros o Nganga

Nganga son los hechiceros; hombres hábiles e inteligentes con grandes dosis de psicología para saber ganarse la confianza y el respeto de sus vecinos. Tener gran conocimiento de la flora y fauna de la que extraer lo necesario para sus prácticas y saber crear un ambiente propicio que le confiera una sólida influencia sobre la mentalidad de la gente y sobre el imaginario de la sociedad en su conjunto.
Las prácticas mágicas están presentes en toda el África negra, pero es necesario establecer distinciones entre quiénes se entregan a ella.
Por un lado están los que se adhieren a prácticas provechosas o blancas, son los adivinos, hechiceros o curanderos, que actúan en principio para beneficiar a todos y se especializan unos en determinados rituales y sortilegios; en atajar enfermedades, curar roturas o llevar a buen puerto alumbramientos otros, y en preservar de las malas acciones achacables a los brujos o brujas practicantes de la magia negra los más poderosos, a todos estos se les solicita esa ayuda enlos casos de necesidad, están considerados como intermediarios entre los miembros del clan y las fuerzas ocultas, por eso desempeñan también ese papel de curanderos.
Los practicantes de la magia negra
Por otro lado los practicantes de la magia negra y sus poderes ocultos, brujos y brujas, que mantienen por su propia cuenta comunicación con las potencias maléficas. Se sospecha que efectúan hechizos, por lo que se les teme y se rechaza a la par, estando considerados las gentes más peligrosas de la tribu. La acusación de kindoki, o brujería, insisto, era un delito muy grave.
Es curioso sin embargo que existan numerosos registros indicando que las personas preferían tener un nganga que proviniera de una aldea distante de la suya. Si acaso y sólo si se estaba acuciado por la premura y con fines medicinales, raro por tanto, se comprometían con el nganga de su propia aldea.
Como apunta Weeks, decían:
“Sabemos demasiado sobre él para gastar nuestro dinero en él”.
Según, John H. Weeks,J. Maes, Dapper o Van Wing entre otros, existían no menos de 150 tipos de fetiches, lo cual no es inusual si pensamos que los católicos tienen más de tres mil acepciones de la Virgen y más del triple de santos.
Algunos etnólogos, historiadores y antropólogos han tratado de clasificarlos a su modo por tipos y o funciones. Intentaré aunarlo y exponerlo lo mejor que pueda.
n’kisi el fetiche
El n’kisi, el fetiche, es el resultado de la aportación conjunta de dos hombres, el escultor y el ‘mago hechicero’*15, el primero le dio la forma, pero sin la intervención del segundo no sería nada. Él le dotó de sustancias mágicas y llevó a cabo los ritos que le conferirían sus poderes sobrenaturales, habilitándolo como receptáculo de los espíritus que los poseen.
* Nota 15: Como se ha dicho y creo conviene recordar, el africano gusta de utilizar este término de ‘mago’, pero entendiéndolo como los cristianos hablan de los Reyes ‘Magos’ del Evangelio. |
A ciertos min’kisi se les conoce como Min’kondi, en singular n’kondi; son esos mismo fetiches, esas mismas figuras pero comunales y por ello de un tamaño mayor, excepto para los yombe que para ellos según Zdenka Volavkova en su trabajo ‘Nkisi Figures of the Lower Congo’: n’khonde es su manera de llamar al n’kisi y n’kondi a un cazador que sale a cazar en secreto; están a veces atravesadas por clavos, láminas de hierro o cualquier objeto punzante.
La palabra procede de konda, verbo que significa cazar y como avezados cazadores los min’kondi pueden atrapar a mentirosos y todo aquel que amenaza la sociedad, mediante los apósitos preparados y añadidos por el hechicero del pueblo, el nganga.
Funciones de n’kisi o n’kisi n’kondi
Sobre la figura, sea n’kisi, ‘fetiche’, o n’kisi n’kondi, ‘fetiche que sale a cazar’, se da cabida a colocar objetos variopintos según cada función:
- – Se activan en la ceremonia que les infunde nkinda, el respeto, y que da paso a colocar en el receptáculo abdominal o dorsal que presenta la talla, substancias orgánicas, bilongo, que se sellan y obturan con la resina kundu, sobre la que se coloca un cristal o espejo, considerados como potentes instrumentos de vigilancia, capaces de utilizar el reflejo de la luz solar para alejar los malos espíritus del cuerpo del fetiche, o capturar el alma del que pretenda hacer el mal al quedar reflejado en el espejo; ayuda también, por sus propiedades reflectantes a ver el más allá, del mismo modo que la vista sondea las aguas profundas permitiendo ver más allá de la superficie laminal del agua.
- – En los más antiguos veremos insertadas lascas metálicas, y clavos en los más modernos, siempre de procedencia europea u americana pues su hierro tiene un carácter sagrado relacionado exclusivamente con los ancestros o los linajes. El proceso, ritual, de introducción de los clavos o hierros en el fetiche, es conocido como, Koma Nloko, ‘clavar la maldición’ o Nkomono, ‘invocar solución’.
Objetos de carácter jurídico o religiosos
Y aquí empieza la controversia de la que hemos visto participan entre otros Frobenius por un lado y De Brosses por otro. Que no es otra que dilucidar si son objetos de carácter jurídico o religiosos, y que yo entiendo que ambos están comprometidos.
La última tendencia, a la que me sumo, es la de su carácter jurídico aunque con un componente en el castigo, ante un incumplimiento o transgresión, que sí implica a la actuación de mano sobrenatural, según ellos.
Las inserciones son alusivas como se ha dicho a los mártires, y cada una es como un acuerdo o pacto concreto. Son una especie de firma hecha sobre ‘un libro notarial’ que cierra el acuerdo o pacto que rubrica como notario el nganga con él o los clientes en relación con la palabra dada, una promesa o un dictamen jurídico.
Y si se incumple el dictamen o acuerdo? Si se rompe el acuerdo el nganga debe quitar el clavo o lámina que simbolizaba ese pacto para anularlo, pero deberá tener sumo cuidado en no equivocarse de clavo, perdería su prestigio. Y ahí entra lo que hace que no se dieran prácticamente casos, el miedo, miedo a lo desconocido que es esa mano sobrenatural que puede castigarnos. En el caso de transgresión o incumplimiento, al quitar el clavo, se activará la figura permitiendo salir al espíritu que lo habita para que castigue al transgresor.
Elementos de los N’kisi
Los N’kisi pueden presentar determinados elementos:
- – Cuernos, conchas, cadenas, reliquias de animales o bolsitas rellenas de bilongo colgando de su estructura o los tocados de plumas en la cabeza, que simbolizan la nobleza y la relación con las fuerzas del cielo.
- – Además de esto, el poseedor o cliente puede añadir pequeñas figuritas, saquitos, tiras de tela o paquetitos con determinadas elementos, que recuerden al espíritu la necesidad concreta, como cura de una enfermedad, contra la infertilidad, sequía o pedir que se castigue a un personaje concreto.
N’kisi N’kondi, como hemos visto es el término genérico con el que definen al fetiche comunal que puede medir entre 90 a 120 cms.; como el fetiche particular o familiar, puede estar insertado por clavos u otras formas puntiagudas de hierro.
Pero es este el que participa o se presenta en las ceremonias de la colectividad. El aspecto de su rostro es agresivo y su función primordial es imponer el respeto a las leyes y mantener la paz; aunque actúa también ante calamidades como la sequía, hambrunas o epidemias; perseguir y eliminar a brujas, enemigos o malhechores en general.
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