
Acabamos de ver que los senufo fijan sus varios ritos a las épocas coincidentes de las tres fases del Poro. Bien, los ritos no dejan de ser actos en el tiempo en que el ser humano se ‘separa’ de la etapa anterior. Tal separación consiste en retirar escindir, ‘cortar’ algo, bien sea la parte masculina o femenina del niño o la niña, como el pelo o el afeitar la cabeza.
Sin embargo y tras esto pero aún desnudo, se pasa a vestirlo agregando algo nuevo pasando al otro lado, al siguiente paso más cerca de los adultos.
Recién nacido al niño no se le da nombre, es tras 49 días, siete veces siete, que se le cita de algún modo y es en cada ciclo que se le van asignando los apelativos familiares hasta que ya adulto se le otorga el nombre definitivo.

Ritos de paso Senufo
Pero prestemos atención a alguien que sabe bien de qué habla en este territorio, que no es otro que el doctor Arnold Van Gennep en su libro ‘Ritos de paso’, en el que nos dice:
“… cuando un niño nace se le presentan diversos objetos que han pertenecido a miembros de la familia y el que el niño coge le identifica con uno u otro antepasado de la familia.
Eso ya fija una idea, pues difícilmente el recién nacido puede hacer nada de eso si no hay una mano interesada de por medio.
Así mismo, los estudiosos que hasta ahora han manifestado alguna idea por encima de lo que han visto, pueden no haber observado bien la realidad y se han llevado de una visión tal vez impactante, sacando conclusiones propias, tal vez lejos de la realidad con que el africano las lleva a cabo.
Ese bien intencionado antropólogo experto misionero o colono*2, no advierte las diferencias entre la pubertad fisiológica y la pubertad social del ya apto.
En las chicas es notorio el cambio fisiológico por el engrosamiento de los senos, ensanchamiento de la pelvis o la aparición de vello en el pubis, como el primer flujo menstrual, eso tan sencillo parecía que bastara para fechar por tanto el momento de paso de la infancia a la adolescencia, podría significar el momento idóneo, pero otra prueba igualmente fisiológica desmiente la madurez pues esas manifestaciones, puede que no le den el carácter pretendido, pues todo eso no tiene porqué darle goce sexual, por ejemplo, que se puede producir antes o mucho después de esta manifestación tan fisiológica como la otra.
Lo mismo sucede con los niños en los que se pueden confundir las primeras eyaculaciones pensando que son de semen cuando lo más normal es que sea mucus, y que nadie puede predecir ni dirigir.
Y entonces se tiende más a ver también si hay vello en el pubis o aún lampiños, si aparece algo similar a vello alrededor de la cara, por lo que la madurez física es en sí el rito de paso, y la madurez social se adquiría el ser admitido en la sociedad secreta, aunque ahora eso se haga a la par preguntándonos con Leo Frobenius: “
El noviciado de los Senufo
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El noviciado y la madurez sexual
“¿Coincide el momento de noviciado, en cierta medida, con la madurez sexual?”. Y que responde Arnold Van Gennep citando a M.H.Kingsleyen en ‘Travels in West Africa’ con el que coincide:
“Es, no’’. Agregando: ‘…lo hago con tanto más énfasis, por cuanto que las ceremonias de la primera menstruación, existen en pueblos que carecen de iniciación, o dan un carácter más acusado a esa primera aparición fisiológica”.
*Nota 2: Aquí se citan varios nombres propios que yo no voy a compartir.
Y recurriendo al filósofo Zygmunt Bauman en su libro ‘Extraños en la puerta’:
“Kourotrophos, es una expresión que hay que entender literalmente. Quiere decir que la tierra es la morada de los niños antes de su nacimiento, no simbólicamente, en cuanto madre, sino en el sentido material, del mismo modo que es la morada de los muertos”.
Concepto bien acendrado en el acervo africano. Y con el que coincidiendo con Bauman, no puedo más que confirmar por lo que sé, en que es el pensamiento que encierra buena parte de los pueblos africanos incluidos los senufo.
Tanto la circuncisión en los niños, como la cliterectomía en las niñas, se realizan entre los senufo, como ritos de paso y justo antes de acceder unos al Poro y las niñas al Sakrobundi.
El ritual se lleva a cabo, siempre tras la recolección y en el sinzanga, la arboleda sagrada que encierra el recinto ceremonial.

El matrimonio en los Senufo
El matrimonio está bien institucionalizado en la sociedad senufo. No se entiende una relación si no está así legalizada. A los jóvenes se les realizan circuncisión y ablación en los ritos de paso, en el transcurso de los cuales se les enseña todo lo que atañe a las relaciones entre mujeres y hombres y su función como padres.
A los senufo no les gustan los devaneos a los que es propicia la juventud, por lo que establecen normas de conducta que no les gusta que estos se salten y dado el tamaño de sus poblados es fácil establecer controles, que además los jóvenes tampoco suelen saltarse.
Tradicionalmente, los matrimonios senufo eran poligonales y los arreglaban las familias de los prometidos, los varones, y habitualmente, la muchacha senufo, se casaba de la misma manera que su madre.
Existen dos tipos principales de matrimonios: loborgho, o matrimonio por riqueza o estatus, que generalmente es organizado por las dos familias, y tamaraga, el matrimonio por amor.
El loborgho
El loborgho suele ser negociado entre los dos jefes de familia. Se requiere que el hombre trabaje en los campos de la familia de la mujer varios días al año, concretamente desde el día que se hace la propuesta de matrimonio hasta el día previo al matrimonio en sí, y a veces, hasta el nacimiento del primer hijo.
La dote, debe ser generosa para que la familia de la novia vea el interés, y lo habitual es hacerlo en caurís.
En este tipo de matrimonio, tal vez por causa de la dote y el esfuerzo requerido para pagarla, la esposa pierde todo derecho para divorciarse o separarse de su esposo, ni aún devolviendo la dote. Quedando por tanto a voluntad del esposo esa circunstancia.
El tamaraga
En la tamaraga, la pareja puede decidir casarse, con o sin el asentimiento o la participación de las familias, pero a la familia de la novia sí se la debe compensar obligatoriamente mediante trabajos acordados y una simbólica contribución monetaria, aunque esto último siempre es cuestionable.
Menos comunes pero no infrecuentes, se encuentran matrimonios en los que el novio ‘secuestra’ a la novia, puede que incluso ese rapto se haga sobre una mujer ya casada, y en estos casos, de ahí que no sea tan raro, no es obligatorio ningún tipo de contribución, ni laboral ni pecuniaria a la familia de la novia.
Novia secuestrada
Una novia secuestrada sí tiene derecho a dejar a su marido, pero, si la novia se queda con su secuestrador, estando previamente comprometida o casada con otro hombre en un loborgho, entonces cualquier descendiente concebido con el marido secuestrador pertenecería al ex novio o ex marido.
Hay relatos que cuentan que entre ciertos grupos, era común que un hombre senufo se casara con la hija primogénita de su primera novia.
La residencia de la nueva familia sea cual sea el tipo de matrimonio, como ya se ha dicho, será por la regla patrilocal en el ámbito de la familia del hombre, lo que no implica que la esposa siga perteneciendo a su clan matrilinial,
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