
Ritual Iwa nkita
La simbología explicita del ritual Iwa nkita anya quiere manifestar que al reencarnarse, el difunto lo hará en el mundo de los vivos como un personaje decidido, cumplidor y audaz. Esta ritual de Iwa nkita anya de la ceremonia Okwukwu, se desarrolla un día de mercado de Eke anterior al día del mercado de Afo, como mucho dos días después del fallecimiento, tras lo que ya ‘podía’ ser enterrado.
Este ‘podía’ hace referencia a un ritual, el de Evule obi, literalmente ‘sacrificar al carnero’. Este otro ritual de Evule obi no estaba restringido a nadie por edad, y era un símbolo de respeto reservado al difunto dando a entender que igual de tenaz que es el carnero, él nunca moriría, pues volvería fuera el camino que fuera que tuviera que coger, al igual que el carnero se mueve por las peñas más abruptas; este sacrificio era proporcionado por los parientes de línea materna.
El yerno del jefe, marido de su hija mayor, pondría encima del cadáver una pluma de águila matada por un pariente de sangre del jefe para que tuviera buena vista.
Se sacrificaban luego: Un gato por su capacidad de ver en la noche y absorbiera esta el difunto y poder ver en el mundo de los muertos. Y un loro debido a su clara y aguda voz para que el jefe pueda ser siempre oído desde su nueva ubicación.
el Aho’m
Después de los animales, se sacrificaba a las esposas de los esclavos. La primera víctima, era siempre la esposa del esclavo principal, el Aho’m, a la que se arrojaba a la tumba; después, el resto de esposas eran enterradas vivas después de romperles los huesos de pies y brazos*14. Para esto se recurría a los hombres más fuertes, seleccionados para que quedaran inermes pero el máximo tiempo vivas y que sus lamentos, se decía que por el jefe, resonaran durante su tránsito.
Según la categoría o nivel del jefe, así era el número de humanos sacrificados, que se colgaban de postes o de los árboles situados alrededor de la tumba. Dicho nivel de poder del jefe o del pueblo, o simplemente porque así se quería hacer ver, se mostraba a su muerte matando personas para mostrarlas en todo lugar en que el jefe hubiera ocupado su tiempo, como donde comía, dormía, se bañaba o ejercía su autoridad, ofreciendo sus cadáveres a los árboles, vertiendo su sangre en las raíces de los Ogrisi, un tipo de árbol tenido por sagrado, para fertilizarlo.
Reino Kongo
*14 Nota: Esto lo hemos visto también en los textos del Reino Kongo, donde los Jaga lo hacían sin necesitar enterrar a nadie sino para aterrorizar allá por donde pasaban, o los Ashanti más o menos con motivaciones parecidas.
Pero no hay que olvidar que esto ya se daba en la antigua Macedonia o Centroeuropa, tan tribal, como las gentes del Pacífico, Asia, África o América. Aquí lo importante sería preguntarse porqué.
Porqué se casaban esas mujeres, si sabían cómo iban a acabar. No el para qué, que lo tenían claro y no era otra cosa que servir, también en el más allá, al ‘amo y señor’. Lo que era un concepto, el de servir más allá bien arraigado también entre los egipcios, que sobre el 2.550 a.C., gobernando el Faraón Seneferu, padre de Keops, los operarios, hombres lbres, que trabajaban en su pirámide y edificios funerarios, tenían como objetivo final ser enterrados en tumbas que ellos se hacían cerca del entorno de la pirámide, para seguir sirviendóle.
La tumba u Obiri
Al terminar estos sacrificios, una fanfarria de tubas y tambores anunciaban a los antepasados la llegada del jefe. Luego cerraban la tumba, aunque no del todo pues dejaban un espacio pequeño u Ojo para un último sacrificio. Un grupo de guerreros seleccionados capturaban a un hombre de otra etnia, lo decapitaban, y ponían su cabeza en el hueco u Ojo, que habían dejado en la tumba.
La tumba u Obiri, era ‘decorada’ con los cráneos de las víctimas, tras lo que la familia celebraba una comida ritual con la carne de los animales y humanos sacrificados.
Durante los siguientes tres meses, las viudas debían dormir en el Obiri para vigilarlo. Después de este periodo, se abría el Obiri y se quemaba todo lo utilizado incluidas las telas. Las viudas podían ya volver a su casa pero manteniendo la ropa de luto durante un año.
Para quienes no eran jefes, los entierros diferían dependiendo de quién y por qué había muerto. Si era una mujer libre, anciana, se la enterraba de manera similar a la de los jefes: con comidas, bebida, cantos y bailes. Eso sí, al ser mujer sin cubrirse la cabeza pues no estaba permitido. Si era una mujer libre, pero joven, quien podía le hacía una bonita tumba pero no era lo habitual, al no ser esclava su tumba se situaba en la casa de origen familiar de sus padres, no en la de los de su marido.
Ajọ ọhia
Cuando muere un hombre, se disparan armas de fuego para comunicar su muerte nada más producirse esta, y también a la mañana siguiente, después del entierro, al retornar las familias a la casa, la tarde siguiente, y dos veces al día durante los siguientes seis días. Si una persona se muere de una ‘muerte mala’* 15, el cuerpo se tira sin más en absoluto secreto.
* 15 Nota: Recordemos que hablamos de grupos Igbo diversos, cada uno con sus peculiaridades.
‘Muertes malas’ son, por ejemplo: las de las mujeres que mueren en el parto y entre estas por ser especialmente vergonzoso si lo eran de hijas gemelas; muchachos con sólo un testículo; los hombres con elefantiasis de escroto; leprosos; personas muy viejas cuyos hijos han muerto primero; niños que mueren antes de tener dientes; suicidados; y aquéllos que se mueren en el día de una ceremonia Owo. Todos arrojados al Ajọ ọhia o bosque infame.
Chineke o Chukwu
Hay un mito sobre cómo Chineke o Chukwu, recordemos acepciones de su dios, indicó a los Igbo cómo debían actuar ante la muerte. El mito cuenta que una vez envió a los humanos un perro con un mensaje para que estos supieran cómo actuar ante un muerto. Debían colocarlo sobre la tierra y cubrirlo de cenizas, de esta manera, al poco, se recuperaría y volvería a la vida. Pero ay! el perro, cansado, se sentó a la sombra de un árbol para reponer fuerzas y Chukwu al ver que no llegaba a dar el mensaje a los humanos, decidió enviar una oveja para que trasmitiera el mensaje.
Pero ay! la oveja, que no había comido, a cada paso que daba triscaba de aquel pasto tan fresco que encontraba en el camino, por lo que enfrascada no solo tardó más de la cuenta, sino que se le olvidó el mensaje preciso que tenía que trasmitir y recordándolo a medias dijo a los humanos que a un muerto, debía depositársele en la tierra y cubrirle con esa misma tierra. Cuando al rato llegó el perro, sí les dio el mensaje correcto, pero ya era tarde y les pareció menos fiable, es por esto que la muerte se instaló en la tierra.
Akwamozu
Akwamozu como vemos es el término Igbo empleado generalmente para referirse a todo lo relativo a lo que conlleva un funeral. Aunque no es lo mismo el funeral de un niño, que de una persona prominente u otra común o pobre. En cualquier caso es una manifestación tradicional en la cultura Igbo, al considerar que existe otra vida tras la muerte física de cada persona.
Se supone que el ritual es el medio esencial que permite la traslación del alma del fallecido al mundo de lo etéreo, el alejado de la percepción de los sentidos.
Ili ozu es el nombre del enterramiento en sí, el momento de más dolor para aquellas personas allegadas al difunto que saben que jamás volverán a verlo, es por tanto tiempo de duelo. Akwamozu sin embargo celebra que el alma emprende un tránsito seguro a ese intangible lugar.
Rituales funerarios Akwamozu
Los Igbo no solían hacer rituales funerarios Akwamozu por cualquier fallecido.
Había reservas como: Por los niños, al considerar que no se les podía celebrar el mismo funeral que a un adulto si no habían pasado el ritual de paso, pues no tenía desarrollada su alma como no lo estaba su cuerpo. Se creía que esa parte de su alma aún estaba anclada en el lugar de donde vienen las almas. Solo cuando el niño alcanzaba madurez, como mujer u hombre, adquiría su alma el desarrollo pleno, pasando así esa alma a ser responsable de sus actos en la tierra mientras estuviera vivo. Con esa condición era cuando el ritual de Akwamozu se hacía necesario al fallecimiento del individuo.
Otras negativas a realizar el ritual sucedían cuando el fallecido se había suicidado; con los ahogados en aguas profundas cuyos cadáveres emergían pasados unos días o los muertos que en vida había sido recalcitrantes indeseables; todo esto era algo tenido por tan reproblable que obligaba a dejar los cadáveres fuera de los límites del pueblo, en el renombrado Ajọ ọhia, ese lugar del bosque al que solo aceden, y se dejan, a merced de los carroñeros.
Singularidades
Este ritual, no se celebra de igual manera en todas las comunidades Igbo, como sucede con otros aspectos culturales pues cada zona o pueblo tiene sus peculiaridades, y tampoco, como se ha adelantado, se hace de igual manera para todas las personas.
Akwamozu se hiciera del modo que se hiciera requería de un desembolso considerable. Los deudos necesitaban pensar detenidamente cómo acopiar lo necesario para hacer el Akwamozu debidamente y no ofender al difunto ni recibir por ello venganzas de este desde el más allá.
Esto implicaba enviar mensajes para informar a familia, amigos y asociados de los fallecidos, de la fecha elegida para realizar los rituales de Akwamozu. Era de suma educación entender que los carteles obituarios que se mandaban hacer y colocar para que todo el mundo conociera la luctuosa noticia, no eran una invitación directa a estar presente en el Akwamozu pues para esto se requería una invitación directa, de persona a persona.
El velatorio
El velatorio se realizaba la noche anterior a la fecha fijada para la visita formal de condolencia a la familia del fallecido; en el complejo de este se preparaban viandas para pasar la noche y a veces, incluso se llevaban mascaradas y músicos que entretuvieran la noche, esto indicaba que por la mañana ya podía visitarse formalmente a la familia para darle las condolencias.
Se esperaba que los visitantes, familia, amigos, allegados, etc. acudieran a la casa familiar del fallecido con los regalos de condolencia que solían estar reglados; caballo y o vaca, los hijos; cabras, mujeres del mismo linaje; aves, bebidas y dulces, amigos y allegados, dependiendo esto del nivel del fallecido y del esfuerzo, que sin duda debía hacer quien lo regalaba.
días de luto
Si antes hablábamos de los días de luto que debían guardar los cónyuges del fallecido, para el resto que participara en un Akwamozu apropiado, este se llevaba a cabo durante 12 días después de la defunción, lo que según el calendario Igbo eran y son exactamente 3 semanas, contadas tras el día formal de las condolencias.
“Sentado con las dos manos bien metidas en su regazo, un pie tocando lo que su mente pensaba, y un ojo cansado mirando al espacio como si buscara los últimos rastros de esperanza, Ibe Iheanacho soltó con una implorante voz llena de angustia: ‘¡Dios, por favor no dejes morir a mi madre! No puedo pagar sus ritos de entierro ahora’.
Ibe es un pequeño comerciante con una madre titulada. La mujer, que sufre de diabetes, acaba de sufrir un segundo ataque con un derrame cerebral que la ha dejado paralizada y muy enferma. Al ver su posición y escuchar su cuita, uno habría pensado que estaba lleno de angustia y consagrado de corazón a su madre y expresaba su dolor por su situación que no por las implicaciones financieras subyacentes de las posibles secuelas.
Lamentablemente, no es el único así predispuesto hacia un ser querido que está en peligro. Amaechi Uzokwe, un hombre de negocios, amenazó a sus hermanos diciendo: ‘Huiré y os abandonaré a todos, como papá no se recupere de esta enfermedad y muera como resultado. Ni siquiera tengo N1.00* 16 para sus ritos funerarios’.
*16 Nota: N = Naira, moneda nigeriana equivalente 0,0020 €
Conclusion
Lo expresado ‘hoy’ por estos personajes nigerianos mencionados, nos lleva a hacernos, todos, algunas preguntas… ¿Por qué nos expresamos con dolor, por la ‘pérdida en sí’ o por el costo que va a suponer hacer frente a un entierro y funeral apropiados? ¿Y, en qué punto es o no apropiado el funeral, se debe llevar el féretro en coche de caballos negros con lacayos y banda de música traída de Nueva Orleans, o basta con una carreta? ¿Porqué el negocio, socaba las emociones?…
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